domingo, 29 de junio de 2014

LA NIÑA DE SUS OJOS.


Hallólo en tierra de desierto, y en desierto horrible y yermo. Trájolo alrededor, instruyólo, como la niña de sus ojos. Dut. 32:10.

El capítulo donde se encuentra nuestro texto de hoy, contiene el último sermón predicado por Moisés. En el se expresa que Israel era un niño abandonado en el desierto y que nadie quería, que estaba apunto de morir y que Dios lo encontró. 

Lo trajo al rededor. Literalmente “lo rodeo”. “Le envuelve” (BJ). Dios rodeo a Israel de protección e infinita misericordia (sal 32:10). Siempre protege así a su pueblo (Sal.34:7). Le enseñó como lo hace un padre y una madre (Exo. 20: 1,2; 34:1, 10). Dios cuida a su pueblo como la niña de sus ojos. 

 Como “la pupila de su ojo” es el órgano más sensible del cuerpo humano. Dios tiene por su pueblo igual cuidado. (Isa. 49:15). Dios pone un ejemplo vivo de la naturaleza, el Aguila. Aquí se desarrolla más ampliamente el símil presentado en (Exo.19:4). 

Esta figura sugiere la más tierna protección de Dios a su pueblo. La escritura está llena de expresiones destinadas a causar una profunda impresión en nuestras mentes en relación con el cuidado de Dios por su pueblo. 

El Señor le dijo a Isaías: “He aquí que en las palmas de las manos te tengo esculpidas; delante de mí están siempre tus muros” (Isa. 49:16). 

 Una fe que crea en el supremo amor de Dios por nosotros es necesaria para nuestra experiencia cristiana. Pero no basta con creer que Dios es justo y verdadero. Satanás también lo cree. Nuestra fe en que Dios nos ama plenamente debe ser activa y dinámica. Somos la niña de sus ojos. 

 Esto significa que aceptamos que Dios nunca permitirá que nos suceda nada que esté más allá de los limites de su amor. Aun cuando seamos llamados a sufrir la muerte de Juan el Bautista, o la crucifixión de Pedro, si tenemos esa fe inmutable en Cristo seguiremos confiando alegremente en que seamos la niña de sus ojos. 

 ¿Por qué escogió el Señor esta figura de lenguaje? Por qué los ojos junto con el corazón son miembros muy importantes. Si tuviéramos que perder un mimbro de nuestro cuerpo los ojos sería los últimos. A los pueblos Asirios, los Babilonios, y los filisteos, les gustaban quemar los ojos, como escarmiento para sus enemigos. 

Esto les sucedió a Sansón a Sedequías, el último rey de Judá. Es en este contesto que Dios expone su máxima expresión, el amor de Dios para con su pueblo, pasa todos los limites de la compresión humana.

 El puede sostenernos y apoyarnos en cada momento de nuestra vida bajo experiencia adversa. Confía en él completamente, y te darás cuenta de que eres la niña de sus ojos.

Promesa.
"Si acudes a Dios con corazón humilde y creyente para buscar dirección en medio de tu perplejidad, tendrás el privilegio de depositar tu caso en sus manos.  El cielo y la tierra pasarán, pero sus promesas no fallarán". (C.D. 184)
Maranata. 
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la Biblia a través del tiempo.

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