lunes, 16 de junio de 2014

LA CARNE Y EL ESPIRITU.


Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es. Juan. 3:6.

Este es el requisito fundamental para poder entrar en el reino. Jesus así se lo indicó a Nicodemo, pero aun cuando éste hubiere podido entra nuevamente en el vientre de su madre y nace por segunda vez, seguiría siendo un pecador necesitado de renovación espiritual. La carne sólo puede producir carne.

El hombre, al nacer, lleva ya en sí la simiente del pecado, la herencia de Adán. Eduquemos a un niño desde su su nacimiento en una atmósfera libre de pecado y con el correr del tiempo caerá en él. Si Dios trasladara a toda la raza humana de este mundo al cielo, no podría poner fin a “los malos pensamientos. Los homicidios, los hurtos etc. (Mt. 15:19).


Los seres humanos pecadores por naturaleza no llegaría a ser santos por cambiar de lugar o ambiente. La vida en el cielo hablando hipotéticamente podría modificar su conducta en algunos aspectos, pero sin la experiencia del nuevo nacimiento no habría ningún cambio permanente allí, a excepción de que el cielo también se contaminaría.

En la declaración de Juan 1:12,13. A todos los que le recibieron. . . Los cuales no son engendrados de sangre, . . .sino de Dios. Dios envió al Hijo de Dios, al Enviado de Dios, al Mesías. Juan presenta como un error la creencia de que sencillamente porque Cristo murió por todos los hombres, todos serán salvos.

También presenta algunas denominaciones Católicas y protestantes como igual mente falsa la creencia de que Dios predestina a ciertos hombres para que sean salvos y otros para que sean condenados.
Enfáticamente, Juan declara que el factor decisivo radica en los hombres mismos.  “A todos” los que le reciben y creen en él se les da derecho de ser hijos/a de Dios. [Acerca de la predestinación ver, Isa. 55:1; Efe. 1:5; Apoc. 22:17).

La palabra no “de voluntad de carne, ni ni voluntad de varón” Indican que aunque la ciencia pueda cambiar las acostumbrares, es incapaz de transformar la vida. La técnicas destinadas a modificar la conducta, tales como la psicoterapia, el yoga o la meditación trascendental, no pueden producir la experiencia del nuevo nacimiento. 

 Esos métodos revelan simplemente la existencia de una gran necesidad, la cual sólo queda satisfecha cuando nacemos de nuevo. Esta experiencia en ningún sentido es un remedio o un arreglo de la vida antigua. Es una completa transformación. “La vida del cristiano no es una modificación o mejora de la antigua, sino una transformación de la naturaleza. Se produce una muerte al yo y al pecado, y una vida enteramente nueva” (D.T.G. p. 143). Hoy necesitamos esa vida nueva. Puede ser nuestra si recibimos a Jesús. ¿Que más podría haber hecho Dios por nosotros?
Promesa.

Una congregación puede ser la más pobre de la tierra. Puede carecer de atractivos externos; pero si sus miembros poseen los principios que regían el carácter de Cristo, los ángeles se unirán con ellos en su culto. Las alabanzas y aciones de gracia provenientes del corazón agradecidos ascenderán al cielo como dulce oblación” (PR.414).
Maranata.

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la Biblia a través del tiempo.

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