viernes, 20 de junio de 2014

EL CENTRO Y LA PERIFERIA DE LA VIDA.


Jesús les dijo: Si quieres ser perfectos, anda vende lo que tienes, y darlo a los pobres, y tendrás tesoros en el cielo; y ven y sígueme. Oyendo el joven estas palabras, se fue triste, porque tenía muchas posesiones. Mt. 19:21,22.

Jesús da por sentado que lo que el joven decía o insinuaba en la pregunta: “¿Qué más me falta?”, lo decía con sinceridad de corazón. El joven había tenido como ideal llegar a la perfección. Pero como lo señala Pablo, no se puede alcanzar la perfección por medio de las obras. (Gál. 2:21; Heb. 7:11). 

Por lo tanto si el joven rico habría de alcanzar la perfección, no debía esperar hacerlo mediante la realización de las obras para ganar méritos. Debía experimentar un completo cambio de corazón y de la vida. Su mente debía ser transformada; su manera de alcanzar la perfección debía ser otra.


Dentro de su personalidad, el joven era digno de ser creído.(mar.10:21).
Solo quedaba un pequeño problema, el egoísmo céntrico. A menos que se eliminara la devastadora plaga la influencia de esta enfermedad del egoísmo, el joven rico no podía progresar hacia la perfección personal.
Puesto que la enfermedad del egoísmo varía de persona a persona, también varía el remedio. Todos tenemos algo de egoístas, o somos egoísta, queramos admitirlo o no. 

No hay ni uno sano, Pero hay remedio para todos. Alguien dijo que si cuidamos el centro , la circunferencia se cuidara sola. En mi largo recorrido por este mundo, he oído la expresión

¿pero eso es tan difícil de conseguirlo?”

Si el verdadero centro de nuestra vida estuviese Cristo, “otro gallo nos cantaría”. El verdadero centro de la vida es Cristo y su voluntad. ¿Hay muchos jóvenes ricos en la iglesia? ¡Si! Gente arrogante, que en su interior dice: “Si no fuera por mi la iglesia iría mal” Estas personas son miserablemente pobres, sin espíritu, se siente ricos, pero sigue siendo miserables, pobres ciegos y desnudos. 

Cierto es que en la viña del Señor hay uvas dulces como la miel, y uvas amargas. Si el centro de nuestra vida gira al rededor de las cosas de este mundo y de si mismo, apaga la luz y vayámonos.

El joven rico cuando oyó las palabras “anda, vende lo que tienes, y darlo a los pobres”, dice la Escritura que “se fue triste porque tenia muchas posesiones”. 

No es importante ser rico, a cada uno Dios lo a puesto para dar testimonio de su verdad, desde el más pobre al mas encumbrado. Cuando era colportor, tuve una experiencia que nunca se me olvidara. Esta historia de humildad y pobreza me ocurrió en Merida España. Un hombre pobre para el mundo, su casa era de chapa y madera, cerca del rio, pobre, pero lleno de sabiduría celestial, toda la ciudad lo conocía, hasta los obispos daban testimonio de el, todo lo que tenia lo Invirtió para dar a conocer a Cristo.

Más de una vez me he preguntado que pensamiento se le habría cruzado por la mente a ese joven después de su encuentro con Jesús. ¿No habrá pensado alguna vez que había cometido un error al negarse a seguir el consejo de Cristo? ¿Se abra sentido perdido o habrá seguido creyendo que tenía asegurada la salvación? 
Estos hombre representan al joven rico.

En estas preguntas todos deberíamos reflexionar. El yo es la persona a quien más fácilmente podemos engañar. Nuestra única seguridad radica en entregarnos plenamente a Jesucristo, el verdadero Centro de la vida, y entonces la periferia -nuestras actitudes y relaciones con los demás -será inevitablemente correctas ante nuestro Dios.
Maranata
http:/juadaislacris.blogspot.com
http://segunda venida apocalíptica. blogspot.Com
la Biblia a través del tiempo.

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