miércoles, 11 de junio de 2014

¿QUIEN PECA OFENDE A DIOS?



¿Como, pues, haría yo este gran mal y pecaría contra Dios? Gén. 39:9.


Es la constante lucha del cristiano contra el mal, hay un elemento importante que debe ser cuidadosamente estudiado. Traza un triángulo en tu mente. Pon a Dios en el vértice superior. Ponte en uno de los vértices de la base, y en otro ubica a cualquier persona que conozcas. Cuando alguien peca, por lo general involucra a otros.



En nuestro texto de hoy, a ser inducido por la mujer de Potifar a cometer un acto inmoral, como la fornicación. Esta es: “¿Cómo, pues, haría yo este grande mal, y pecaría contra mi Dios?” El sabía que el pecado perjudica principalmente a Dios. El carácter de José se mantuvo firme bajo un ataque persistente y despiadado de la mujer de Potifar. Sabiamente rehusó aun estar en compañía de ella.



Al rehusar a ello, José revelaba sinceridad, sabiduría y determinación en la senda de lo correcto. Cuanto más fuerte era la tentación, más resuelto estaba en ser fiel a Dios. Generalmente pensamos que el peor mal se lo causamos a nuestros semejantes, pero no es así.


Volvamos a nuestro triángulo mental: José estaba en un vértice y Potifar con su esposa en el otro. Lee el texto nuevamente. Pon atención en lo que nos dice. José no dijo: “No puedo perjudicar de esta manera a mi familia ni a mis amigos”. Tampoco dijo: “No puedo pecar contra usted y su esposo”. Seguramente pensó en todo esto, pero la razón más poderosa para no pecar fue la que le dio a la mujer: “No puedo pecar contra mi Dios”.


Pero la pregunta se mantiene en suspenso. ¿Que hace el cristiano que cede a la tentación de ir con la mujer del prójimo, y hace todo lo contrario a lo que hizo José? Por desgracia hay dentro del pueblo de Dios, muchos que no honra a Dios en este sentido. En mi trayectoria cristiana, e visto como grandes lumbreras han caído por este acto tan vergonzoso, y incluso hermanos de la fe. La pregunta es: ¿En que lugar dejamos el nombre de Dios?



Cuando David confiesa a Dios su terrible pecado de crimen y adulterio, afirma: “A ti, a ti sólo he pecado, y he hecho lo malo delante de tus ojos” (Sal. 51:4). A menudo me pregunto por que hizo David esta confesión. ¿Acaso no había pecado contra la familia, contra el esposa de Betsabé, contra su nación, y lo que es peor contra su Dios.


¡Claro que sí! Pero sabía que a quien más afectaba el pecado era a Dios. Comparando con ello, el afecto sobre los demás era menor. “Al ofender a sus semejantes el hombre comete una falta; pero su peor delito es el pecado que ha cometido contra Dios y la nefasta influencia de su ejemplo sobre los demás”. (SDA. C. t. 3. p.1147). 

 Al hombre de hoy día, que pasa de todo, que lo que hace lo ve normal, aun dentro de la iglesia, queda marcado para el resto de su vida, cierto es: Que tenemos un Dios misericordioso, siempre que dicho pecado no lo cometamos más, también es cierto, que abogado tenemos, a Jesucristo. Este es el gran amor de nuestra Papa. Con amor eterno te e amado, ven ami y estemos a cuenta, ¡Que amor tan grande! El hombre no lo puede asimilar, ni comprende, por que es el estudio durante toda la eternidad.



Dios es eterno e inmutable. Cuando el alma se une a él, odiamos el pecado para siempre. Pero si esa misma alma no está ligada a un ser superior a su falible semejante, no percibirá la bajeza del pecado. Sólo cuando lo vemos a la luz del sacrificio de Cristo en la cruz, podemos comprenderlo en toda su aterradora realidad.

Maranata. http:/juadaislacris.blogspot.com

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la Biblia a través del tiempo.




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