sábado, 12 de mayo de 2018

LA FIDELIDAD VIENE PRIMERO.


Y nos mandó Jehová (Dios) que cumplamos todos estos estatutos (mandamientos), y que temamos a Jehová (respeto) nuestro Dios, para que nos vaya bien todos los días , y para que nos conserve la vida, como hasta hoy. Deuteronomio. 6:24
Todo lo que Dios nos exige es para nuestro propio bien. Las restricciones que nos impone son para protegernos de los peligros tanto espirituales como de salud, que pueden aparecer no como tales peligros. 

El pastor no construye un redil en torno a sus ovejas para impedir que se diviertan con los lobos, sino para preservarles la vida. Cuando Dios sacó a Israel de Egipto, al principio se sintieron aliviados de no ser más esclavos del Faraón. 

No pasó mucho, sin embargo, antes de que s¡desearan volver a su estilo de vida familiar. No era el momento de discusiones teológicas, de de herencias familiares. Dios los trató a la fuerza, sujetándolos con los estatutos y ordenanzas. 

Había que hacer una gran obra en ellos, y esta obra fue encargada al Espíritu Santo. 

Él los convenció de la obediencia y que pintara el dintel de su casa con la sangre del cordero. 
 
Muchos no estaban convencidos ni convertidos.

Cuando los hijos preguntaran a su padre que fue lo que paso en la salida de Egipto. 

“Mañana cuando te preguntaren tus hijos, diciendo: ¿qué significan estos testimonios y estatutos y decretos que Jehová nuestro Dios os mando? Entonces dirás a tus hijos: 

Nosotros éramos siervos del faraón en Egipto, y Jehová nos sacó de Egipto con mano poderosa. . .Y nos mandó Jehová que cumpliéramos todos estos estatutos, y que temamos (respeto) a Jehová nuestro Dios, para que nos vaya bien todos los días, y para que nos conserve la vida, como hasta hoy” (Deut. 6:20-24).  

Es importante darse cuenta de que los métodos de rescate son drásticos. Debemos de tener presente en los momentos en que estamos viviendo, tiempos peligrosos y el pueblo de Dios está en Egipto. La gran obra del Espíritu Santo es convencernos de la situación en que nos encontramos. 

La orden es clara, y concisa para el pueblo de Dios. “Yo conozco tus obras, que ni eres frío, ni caliente. ¡Ojalá fuese frío o caliente! “Yo te amonesto que de mí compres oro afinado en fuego. . . para que seas rico. . . y seas vestido de vestiduras blancas. . . y unge tus ojos con colirio para que veas” (Apoc. 3:15, 18). 
 
Dios quiere sacar de Egipto de las naciones para que podamos adorarle, y honrarle como nuestro Salvador. Es por eso que debemos pedir el Espíritu Santo para hacer esa reforma en nuestras vidas. 

Ya que sin esa reforma no podremos salir de Egipto de las naciones. “Un reavivamiento es necesario dentro de su pueblo. ¿Pintaremos nuestros dinteles con la sangre del Cordero? ¡Oh! dejaremos pasar el tiempo. Todo depende de nuestra decisión. 
MARANATA.
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