miércoles, 16 de mayo de 2018

LA CORDURA DEL HOMBRE.

La cordura del hombre detiene su furor, y su honra es disimular la ofensa. Prov. 19: 11
A menudo se piensa en la paciencia más como una virtud que como una señal de inteligencia. 

Cojamos un caso domestico. Una madre con cincos hijos, tiene que llevar el control de los quehaceres de la casa, y atender a sus hijos, sin olvidase de su marido. 

Esta tarea si se la diesen a un hombre se volvería loco. La buena madre atiende todo estos quehaceres con tal paciencia que es digna de admirar. Todo lo soporta paciente mente, sobre todo las demandas de sus hijos. 

Tiene una paciencia que nos impresiona a los hombre, tiene un control de esos sentimientos que aveces nos alteran. De mañana se pone de rodillas pidiendo la dirección de Dios, para soportar las cargas del día. El Espíritu Santo, obra sobre la madre que pone en primer lugar a Dios. 

Le concede esa tolerancia y paciencia para soportar el día. Escoge tomar una actitud paciente con sus hijos porque entiende que, al hacerlo así, les está demostrando que se soluciona mejor las dificultades cuando no hay emociones alteradas. 

Leamos en 2º de Pedro 3:15 Y tened por salud la paciencia de nuestro Señor; como también nuestro amado hermano Pedro, según la sabiduría que le ha sido dada. Cuando una madre busca la dirección de Dios el Espíritu Santo le guía hasta completa el día de sus labores. 

La paciencia de Dios tiene un limite ya establecido, según lo vemos en Daniel 7, 8. y Apoc. 14 , 18, 22:11. Y juzgara al mundo con justicia y rectitud. El fuego consumirá a los hombre, por qué el hombre a sido intolerante, y envía advertencias a través de los elementos de la naturaleza para que nos demos cuenta de nuestra situación. 

Muchos cristianos han oído hablar de los juicios de Dios, pero sus sentimientos son dirigidos a los placeres de este mundo. Los redimidos, que están delante de Dios, cantarán de pie sobre el mar de vidrio, el cántico de Moisés y del cordero. 
La tolerancia y la paciencia les ha llevado ha estar en el mar de vidrio. Reconocemos que la paciencia de Dios es inteligencia divina. El nos está demostrando que el enojo y la intolerancia nunca resolverán los problemas de la sociedad, y por ende los de la familia. 

Dios nos da la oportunidad de poder elegir nuestro carácter, ya que este se forma en los niños hasta los siete años. La paciencia es necesaria para los hijos de Dios en este mundo tan agitado. 

Debemos de demostrar al mundo de que somos hijos de Dios, y sólo lo aremos si el Espíritu santo toma nuestro control. Dejemos que el Espíritu Santo obre en nosotros. El querer como el hacer, para gloria de Dios.
MARANATA.
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