martes, 14 de noviembre de 2017

LOS ANELOS DEL CORAZÓN DE JESÚS.


Vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis. Juan 14:3.
Nuestra compresión del cielo toma sus primeras formas de los relatos e imágenes de nuestra infancia. Podemos recordar las grandes estrellas y las estrellas fugaces. 

Todo era muy atractivo cuando eramos niños por eso hay tres razones:poder volar sin esfuerzo a través del universo, estaría al lado de un león sin tener miedo de que me mordiese, y la última, no tendría que cortar el césped. 

Esta idea no me abandono nunca, estando en el ejercito, y cuando me tocaba la guardia mis ojos contemplaba las hermosas estrellas y me preguntaba si algún día yo podía verlas más cerca de lo que yo las veía. 
 
De pronto viajaba a la realidad de este mundo. Un mundo herido por el dolor y la muerte, la pobreza, la guerra, y el hambre.
Desafortunadamente, nuestro deseo del cielo a menudo se fija en estos niveles más bien materiales, y no permitimos que Dios instale en nosotros aspiraciones más grandes. Quizá nunca sepamos cuáles serían aquellos deseos. 

Debemos escuchar en nuestro corazón los anhelos que Jesús quiere poner en nuestros corazones acerca del cielo y de su vasto universo. ¿Qué hay en el cielo que lo impulsó a buscar con tanto fervor a Jesús? 

En su bien conocida conversación de despedida con sus discípulos, Jesús les dijo que volvería al cielo para hacer preparativos para sus amigos. Pero luego hizo una promesa muy personal. Dijo que vendría 
El mismo “para llevarlos conmigo, para que ustedes estén en el mismo lugar en donde yo voy a estar” ( Dios habla hoy). 

En la mente de Jesús, los gozos más placenteros del cielo no están en su hermosa arquitectura, su economía, o en su ecología. Para Jesús, el cielo es un lugar magnifico para estar con amigos, ¡con nosotros! Jesús sabe que la más grande necesidad de nuestros corazones es la relación amante, confiada, con un amigo íntimo. Somos, después de todo, hecho a su imagen. 

Esa necesidades son un reflejo de su propio corazón. “Cosas que ojo no vio, ni oreja oyó. Ni han subido en corazón de hombre. . .” Una de mis pasiones favoritas es estudiar las profundidades del Universo. 

Ver como una supernova explota destruye y crea de nuevo, formando nuevas estrellas que da vida y color al basto universo. Digan lo digan los astrónomos, la Palabra de Dios es clara y congruente. 

Dios ara nuevos cielos y una tierra nueva. ¡Quieres estar tu en esta tierra renovada? Solo tienes que aceptar a Cristo como tu Salvador. 
[Os pido que oréis por mi, tengo una alergia que me ataca todo el cuerpo y los ojos, y no tengo ganas de hacer nada. Os ruego humildemente que oréis por mi, para que siga haciendo esta obra. Que Dios os bendiga.]
Maranata:
http://degunda venida apocaliptica.blogspot.com
http://Viajes a través del tiempo y espacio.blogspot.com

No hay comentarios:

Publicar un comentario