sábado, 25 de noviembre de 2017

ESPÍRITU DE GRACIA.


Y derramaré sobre la casa de David, y sobre los moradores de Jerusalén, espíritu de gracia y de oración; y mirarán a mí, a quien traspasaron, y lloran como se llora por hijo unigénito, afligiéndose por él como quien se aflige por el primogénito. Zacarias 12:10.
El penúltimo versículo acerca del Espíritu Santo en el Antiguo Testamento es uno de los más significativos de toda la Biblia. 

Es una profecía concerniente al derramamiento del Espíritu después de la crucifixión de Jesús. Aquí por primera vez se vincula el Espíritu y la gracia. 

En Hebreos 10:29 es llamado el Espíritu de Gracia, y muchas referencia del Nuevo Testamento indica que se entiende como “gracia” como el poder extraordinario del Espíritu Santo. 

En Hebreos 4 los discípulos recibieron un gran derramamiento del poder del Espíritu, “abundante en gran manera en todos ellos y los que les acompañaban” (4:33). 

Eso fue una gota de agua, en el tiempo del fin sera derramado como torrente entre sus hijos fieles como nunca antes. 

El mundo severa gran luz sobre la verdad y la mentira de los hombres. 

Mas tarde el Señor le confirmo a Pablo “Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad” (2º Cor. 12:9). Estamos orando para que seamos llenos del Espíritu Santo. Esta es mi pregunta. 

Oh estamos absortos en las cosas de este mundo. ¿Nos sentimos peor que nunca? ¿Ves tu propia pecaminosidad? ¿somos conscientes en el momento en que vivimos? 

¿No sentimos realmente triste como tratamos a Jesús? Cuantas gracias debemos dar a Jesús por su infinito amor, por prometernos el derramamiento de su Santo Espíritu. (Zac. 12:10). 

La primera obra del Espíritu Santo es mostrarnos a Jesús y que el Espíritu nos hace experimentar una profunda tristeza por nuestros pecados que traspasaron su cuerpo. Sin embargo, el Espíritu de gracia no nos deja lamentándonos. 

Como dijo Isaías, él nos da “oleo de gozo en lugar de luto, manto de alegría en lugar del espíritu angustiado” ¡Que Dios tan grande tenemos! 

Aun siendo viles pecadores, Jesús fue traspasado y murió por ti y por mi, para pagar la penalidad, no sólo de nuestros pecados, sino de todos los hombres. 

“El Espíritu de gracia y de suplica os digo hoy a todos vosotros en la fe de Jesús, que alabéis su santo nombre, por el perdón y la salvación eterna por los méritos de Jesús. El nos dice: 

Tú eres mi hijo, por eso morir por ti. Cuanto amor hay en estas palabras. Hoy nos llama a cada ser humano, para que entreguemos nuestro corazón a la obra del Espíritu Santo.

[Os pido que oréis por mi, tengo una alergia que me ataca todo el cuerpo y los ojos, y no tengo ganas de hacer nada. Os ruego humildemente que oréis por mi, para que siga haciendo esta obra. Que Dios os bendiga.]
Maranata:
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