sábado, 18 de noviembre de 2017

DIOS NOS HABLA PALABRAS DE CONSUELO.


Ahora pues, no os entristezcáis, ni os pese de haberme vendido acá; que para preservación de vida me envió Dios delante de vosotros. Gén 45:5
Unos de los relatos más conocidos del Antiguo Testamento es la venta de Jose por sus hermanos ambiciosos y egoístas. De todas las tribus de Israel, ellos fueron la personificación de egoísmo, envidias y celos, y rapiña. 

Instintivamente rehuyeron la presencia de Jose ante la alarmante verdad de que el poderoso señor de Egipto era su hermano. Aunque vendido por sus hermanos llenos de celos y envidias, a pesar de que Jose fue un esclavo en Egipto, su integridad domina la narración bíblica. Me envió Dios. 
Aquí se refleja la excelsa forma de pensar de José. Para él era la evidencia de la mano de Dios quien lo condujo, a pesar de todos los sufrimientos que tuvo que pasar en Egipto. Demuestra una inconmovible lealtad a Dios. 

La agitada vida de José describe la esencia de quién es Dios y como se relaciona con el ser humano cuando esté copera con Dios. José es un símbolo de paciencia, de amor y de lealtad de Cristo. 
José fue enviado a Egipto para salvador de su pueblo. José repitió su aserto anterior de que era Dios quien lo había enviado a Egipto con un propósito definido. 

Afín de preservar mediante él a la familia designada a convertirse en pueblo escogido. 

En la persona de José se expresaron algunas de las características más sublime de nuestro Dios. 

José pudo con derecho de causa retribuir la ofensa que le hicieron sus hermanos. 

En vez de eso, ¡José los consoló! Dijo palabras que pasaron a la posteridad: “Yo los cuidare” No eran mucho en numero, pero era el principio del pueblo de Dios. 

Cristo vino a la tierra para buscar lo que se había perdido. Fue humillado, maltratado, escarnecido, y clavado en un madero. 

A pesar de todo eso, tuvo palabras de consuelo y de amor para con sus hermanos. Pudo Dios haber destruido al ser humano por su deslealtad hacia Dios. Pero el amor por sus hijos fue más profundo en su corazón. 

El amor es su propia razón. ¿Por qué una madre atesora toda oportunidad de atender las necesidades de su adolescente díscolo? 
¿No perdonará ella rápidamente toda las tristezas y todas las ofensas a cambio de una nueva relación de amistad con El como de supremo valor. 

Dios es amor, y en el amor no hay cabida para nada más que amor. El nos habla consoladoramente: 
“Yo se los pensamiento que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz y no de mal, para daros el fin que esperáis”. Jeremías 29:11. 

[Os pido que oréis por mi, tengo una alergia que me ataca todo el cuerpo y los ojos, y no tengo ganas de hacer nada. Os ruego humildemente que oréis por mi, para que siga haciendo esta obra. Que Dios os bendiga.]
Maranata:
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