miércoles, 8 de noviembre de 2017

LA MANO QUE NOS AYUDA.


Alargó una especie de mano y me agarró por un mechón de mi cabeza; el Espíritu me elevó entre el cielo y la tierra y me llevó a Jerusalén, en visiones divinas. Ezeq. 8:3 (Biblia de Jerusalén)
Uno de los descubrimientos más excitantes sobre el Espíritu Santo se encuentra en el A.T. Fue el simbolismo de la mano de Dios. Ezequiel usa esta expresión una cantidad de veces, incluyendo el versículo 1 de este capitulo, donde dice: 

“Allí se posó sobre mí la mano de Jehová el Señor”. El poder del Espíritu Santo en el A.T. Fue a menudo representado por la mano del Señor en el A.T. 
Fue la fuerza de la mano lo que sacó a Israel de Egipto. Los hijos de Israel cantaron que “tu diestra, oh Jehová, ha sido magnificada en poder” (Exo. 15:6). 

Josué reconoció que la mano del Señor es poderosa (Jos. 4:24). Nehemías relaciona la mano de Dios con la redención de su pueblo. “Ellos, pues, son tus siervos y tu pueblo, los cuales redimiste con tu gran poder, y con tu mano poderosa” (Neh. 1:10). 
Es la misma mano de Dios la que saca a us pueblo de la esclavitud del pecado. 

Los capacita para aceptar a Jesús como Aquel que los redimió cuando murió en su lugar en la cruz del Calvario. 

El Espíritu Santo revela constantemente que los cristianos nacidos de nuevo no sólo son hijos de Dios (Rom. 8:16), sino que también pueden obtener la victoria sobre el pecado mediante el extraordinario poder divino (1 Juan 4:4). 

Dios ha esculpido los nombres de sus hijos en la palma de sus manos, y él nunca los abandonará (Isa. 49:16) 

Unos de los pasajes cumbres sobre el Espíritu Santo, Sal. 139:7-10, nos recuerda que la mano de Dios nos conduce y nos sostiene aun en los lugares más inaccesibles de la vida. 

Como Pablo dice: “Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios” (Rom. 8:14). 

Actualmente muchos cristianos están comenzando a reconocer la asombrosa confianza que pueden tener al ser conscientes de que la mano del Señor está sobre ellos. 

Esa mano es fuerte para usted. Esa mano está al servicio suyo. 

Usted puede tomarla nuevamente hoy extendiendo su mano en un acto de fe y dándole su vida en una entrega completa a Aquel que es glorioso en poder. 
[Os pido que oréis por mi, tengo una alergia que me ataca todo el cuerpo y los ojos, y no tengo ganas de hacer nada. Os ruego humildemente que oréis por mi, para que siga haciendo esta obra. Que Dios os bendiga.]
Maranata:
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