lunes, 23 de febrero de 2015

EL AMOR QUE PROTEJE Y SUSTENTA


Así también maridos deben amar a sus mujeres como a sus mismos cuerpos. El que ama a su mujer, a si mismo se ama. Porque nadie aborreció jamas a su propia carne, sino que la sustenta y la cuida, como también Cristo a la iglesia, porque somos miembros de su cuerpo. Efe. 5: 28-30. (El culto familiar)


Pablo después de dar una disertación del amor de Cristo por su iglesia glorificada, el apóstol regresa a su tema principal el matrimonio terrenal y la unión de Cristo con la iglesia: el amor sacrificado que nunca deja de ser.

Pablo hace hincapié en la unidad familiar que es el mas elevado, ya que los esposos forma una sola carne. Pablo enfatiza aquí que debe existir una unidad esencial. Un hombre que desprecia a su propia carne esta mentalmente desequilibrado.
¡Que magnifica ilustración nos da Pablo!

Los maridos deben amar a sus mujeres y viceversa como a sus cuerpos. Creo que hasta el más ignorante de los hombres y mujeres no dañarían a sus cuerpos. Pablo dice: “Nadie aborreció jamás a su propia carne”. El hombre y la mujer hace cualquier cosa para evitarse molestias y dolores.

Pregunto: ¿Se golpearía alguien deliberadamente el dedo de un pie? ¡Nunca! “seria insensato si lo hiciere” La pregunta siguiente es muy delicada: ¿El esposo cristiano pegaría a su mujer? (¿) La respuesta seria ¡jamás! (¿) Conozco muchos casos, que me avergonzaría escribirlos en este blog.

El esposo cristiano, aunque se le suba el indio, debe apaciguar a ese indio; y tratar a su esposa con respeto y amor. Si es cristiano como puede decir: ¿Yo amo a Cristo? Mentira hay en el. Y no ama a su Señor, si lo amase amaría a su esposa y viceversa.

Pablo se refiere a ese amor que Cristo siente por su iglesia, la cuida, la mima, le da su sustento, y la viste. Lo mismo debemos hacer todos los hombres con nuestras mujeres, siempre bajo el prisma cristiano. Cristo no fue egoísta cuando se entrego por el ser humano. 

Al contrario, dio todo lo que tenia, todo, todo, todo. La nobleza se impone, la humildad se humilla, y el amor se entrega. El amor no impone exigencias. Cristo nunca obliga a obedecer. 

Cuando su amor se posesiona del corazón del marido humilde y el de la mujer savia y prudente, el amor de Dios se manifiesta en la pareja. Así como Cristo ejerce su autoridad con sabiduría, bondad y dulzura, debemos los hombres ejercer los esposos nuestra autoridad con sabiduría, bondad, y dulzura.
Este es el amor que se debe manifestar en el hogar, ya que es una preparación, para el celestial.
Maranata
Oren por la vista de mi esposa, solo ve de un ojo.
Dedicada a mi esposa Susana.
Luis José de Madariaga.
La Biblia a través del tiempo.
http:// segunda venida apocalíptica

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