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LA VERDAD Y LA ABNEGACIÓN
Quien se dio a si mismo por nosotros para
redimirnos de toda iniquidad y purificar para sí un pueblo propio,
celoso de buenas obras. Tito 2:14
A lo largo de mi vida, e conocido personas de
todo tipo y capas sociales pobres y ricos, bien vestidos y mal
vestidos. Hombres que tenían mucho pero mucho dinero y vestía
humildemente. Otros eran pobres y vestían muy elegantes.
Conocí a
una chica bonita, y inteligente y muy equilibrada; conoció a un
joven que le acompañaba a todas partes, este joven era un poco
desaliñado. Le observe detenidamente mientra avanzaba hacia mi, yo
me preguntaba que veía ella en el.
Sera que ella veía algo que yo
no veía. Esto es una baja imagen propia tiene a perpetuar
circunstancias desafortunadas que parecen verificar esa evaluación
de sí mismo que hace el individuo.
¡Trágicamente, nosotros los
llamados “cristianos” sucumbimos a lo mismo. Nos hacemos una idea
preconcebida de las personas.
En el bagar de nuestra mente nos
preguntamos que es lo que no vemos en Dios que nos permite tener una
opinión tan baja de nuestra potencialidad.
A menudo decimos”¡
Nadie es perfecto!” Lo que queremos decir es que hemos fracasado
en alcanzar determinadas normas de conducta.
Más aun, muchos están
convencidos de que nadie puede. “Solamente el poder de Cristo pudo
-dicen-.
El fue, después de todo, nuestro sustituto. ¡Hasta Dios
sabía que nosotros no podíamos!” Tal manera de pensar impide el
éxito. Lo que el cristiano debe de entender es la diferencia entre
salvación y restauración. Lo cierto es que el cristiano no se puede
salvar por sus méritos.
El pecado no debe ser pasado por alto, sino
erradicarlo. Estamos hablando acerca de la capacidad de Dios para
satisfacer nuestra necesidades. Cristo era una persona totalmente
abnegada. Y el ser humano no puede llegar a ser abnegado, como para
espiar nuestros pecados.
El proceso de la santificación consiste en
que la gracia de Dios actúe en la voluntad humana plenamente
entregada, de modo que cada vestigio de pecado pueda ser
completamente eliminado de la tierra.(Rom. 3:24; 5:1; 6:19).
El
sacrificio de Cristo nos redime “de toda iniquidad”. El egoísmo
es nuestro intento de procurar la integridad aparte de Dios.
En
Cristo, somos otra vez uno con Dios. Todas nuestras necesidades son
satisfecha.
El desarrollo del carácter es día a día con Cristo. Ya
que el poder de por medio del Espíritu Santo para librarnos del
poder seductor del pecado, y para que practiquemos hábitos de
rectitud.
Seamos “celosos de buenas obras” -¡no para ganar su
favor, sino para revelar a los otros la gracia de Dios, y sean
íntegros a Dios.
Maranata.
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