Todo estaba preparado para la cena, los más íntimos estaban en el aposento alto. Una noche cálida, la luna brillaba con todo su esplendor.
En la ciudad se plasmaba un ambiente especial, era el 14 de Nisán. El cordero pascual era degollado en la últimas horas de la tarde después del sacrificio de la tarde.
El cordero pascual prefiguraba a Cristo, el Cordero de Dios. Es el Cordero de Dios que quita el pecado.
Porque nuestra pascua es Cristo, pero esto Judas no lo savia. En el silencio de la noche se hollo una voz triste,
“De cierto uno de vosotros me va a entregar” Todos se sorprendieron pero nadie sospechó del mas vil traidor Judas.
Esto me hace recordar en una historia verídica que paso en los Pirineos Españoles.
Era una espía Inglesa que tenía que pasar a Francia ocupada. Y en el Puente de la reina, los servicios secretos de España la cogieron. El traidor quien la delato fue su mejor amiga.
A diferencia de Cristo, él si savia quien le iba a delatar. La triste historia de Judas presenta el triste fin de una vida que pudo haber sido honrada por Dios. . .
¿Cuantos jóvenes pueden honrar a Dios, y lo traiciona por las cosas de este mundo que no tiene valor? ¿Cuantos adulto hacen lo mismo, y no tienen temor de Dios?
Pero lo triste es que muchos de nosotros, que nos llamamos cristianos, vendemos a Dios por treinta piezas de plata.
“Queramos admitirlo o no” Dios es el que ve nuestro corazón, y a él no se le puede engañar.
La hora del sacrificio estaba apunto, y la nota predominante de Cristo a sus discípulos fue: “El tiempo es cumplido, y el reino de Dios está cerca:arrepentíos, y creed en mi palabras.”
Pero Judas no entendió esto, pues su corazón estaba entregado a la avaricia.
A lo largo de la historia de este mundo, ha ávido hombre y mujeres que han vendido al pueblo de Dios, por salvar sus vidas.
Hoy día se necesita hombres como Hus, como Geronimo, Hus, Melanchton etc.
Hombres y mujeres, que proclamen la verdad, y no traicionen a Cristo. ¡Debemos de tener paz en Jesucristo! El vive, él reina, ¿qué, pues, temeremos?
No seamos como Judas, seamos como soldados de Cristo para dar las nuevas del evangelio eterno. Jesús nos conoce antes de nacer, el nos ofrece el pan de vida.
¿Quieres aceptarlo? No rechacemos al dador de la vida, guardémoslo en nuestro corazón.
MARANATA.
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