domingo, 29 de diciembre de 2024

HAY PODER EN CRISTO PARA VENCER.

Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas (Efe. 2:10).

Vivimos en un mundo turbulento, cuando el enemigo opera toda clase de engaños sutiles a nuestra mente. Y la única solución es crucificar nuestro yo. 

Nuestras inclinaciones nos aparta del Dios de la vida y de la justicia. 

El hombre no puede producir por sí mismo buenas obras. Es necesario que sea recreado espiritualmente por Cristo para que pueda producir las buenas obras. 

Y en aquellas obras que el hombre haga por su propia justicia, sera juzgado en aquel gran día por el tribunal de Dios. 

En el camino encontraremos muchas tentaciones, pero si continuamos en la lucha, Cristo nos dará una gran victoria.

Es un privilegio y el deber de testificar acerca del propósito divino mediante las buenas obras llegar a ser posible debido al cambio que Cristo efectúa en la voluntad, los afectos y los propósitos (Mat. 5:14-16). 

Una de las cosas que debemos tener en cuenta es: Cuanto más dura sea la pruebas, más preciosa será la victoria. 

Todos debemos a acudir a la Fuente de su fortaleza, si así lo hacemos, recibiremos una gran bendición. 

Dios dispuso ante de la creación que los salvados por la gracia de Cristo debían frutificar mediante buenas obras como un testimonio de esa salvación gratuita.

Esa secuencia-- la salvación como dádiva de Dios en Cristo y después las buenas obras como fruto de ellas-- fue escrita en el código espiritual el cual el hombre se debe ajustar. 

Debemos de caminar en buenas obras debe ser algo habitual y espontáneo, no impuesto; que sea una expresión natural de la nueva vida que ha sido creada en el creyente. 

Si alguno no está caminando en buenas obras, hay razón para poner en duda el que haya recibido la gracia. 

A menos que no tengamos una fe que obre por el amor de Cristo en nosotros, estamos tentados a alejarnos de Dios. 

Debemos tener una fe que obre en nosotros el amor de Cristo. 

Dios nos proporciona las oportunidades de hacer el bien a los demás desfavorecidos. 

Hemos de crecer en todos los campos, hasta alcanzar la estatura de hombres y mujeres en Cristo. 

Dios no sólo proporciona la oportunidad para que haya buenas obras, sino que también ofrece los medios para que sean hechas (Juan15:16; 2º Tim.2:21).

MARANATA.

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