miércoles, 11 de noviembre de 2020

SIGUE EN POS DE MI.

 

Y el que no toma su cruz y sigue en pos de mí, no es digno de mí. Mateo 10:38 

Entre los romanos la muerte por crucifixión estaba reservada para los esclavos y para los culpables de los crímenes. 

Por lo tanto, podría decirse decirse que los que eran sentenciados a morir así eran detestados, odiados, y desechados por la sociedad.

El que era condenado a morir crucificado generalmente llevaba su cruz hasta el lugar de la ejecución. Ahora comprenderemos por que Nuestro Señor, llevo la cruz hasta el calvario. 

Fue odiado por los Judíos y por una sociedad que había abandonado a Dios. El tomar la cruz de Cristo y seguirle significa sufrir sin queja ni pesar la desaprobación de amigos y parientes, y soportar con paciencia y humildad el reproche de los hombres y de la familia.

Recuerdo cuando vuestro servidor conoció a Cristo y una nueva fe, mis padres y mis hermanos me echaron de casa. La única condición para volver era: renegar de mi nueva fe en Cristo.

Algunos hermanos oraron por mi, y fui aceptado otra vez en mi casa, pero no renegué de mis creencias ni de mi nueva fe.

Esto significa sobrellevar la “espada” de la incomprensión, de la persecución(ver.34-37) empuñada por aquellos de quienes se podría haber esperado paz. 

En mis años de cristiano con mucha frecuencia he encontrado personas nuevas en la fe que han experimentado gozo en la segunda venida de Cristo, encontraron algo real que le daba sentido a su vida.

Es por eso que Cristo reiteró este principio en diversas ocasiones (Mat 16:24; Mar. 8:54 etc). El llevar la cruz, es llevarla en las dificultades y en la felicidad.

Aquellos que son llamados a llevar la cruz afín de seguir a Cristo, tienen el supremo privilegio de compartir con él su sufrimiento y su alegría.  

Una cosa que aprendi en mi vida, es tener fe en que Dios obrara en las personas más amadas por nosotros. Años después mis padres abrazaron la nueva fe en Cristo.

Y doy gracias a Dios por ello. 

En nuestra precipitación por difundir la verdad presente, olvidamos que sólo el Espíritu Santo puede convencer a la gente de que Cristo murió por sus pecados.

Nuestro celo es sincero; ¿pero recodamos que la semilla del cristiano necesita un tierno cuidado?

El ejemplo es uno de los mejores argumentos del cristiano, sin ello, las almas alas cuales domos las buenas nuevas, se alejaran de Cristo por nuestra actitud.

Mi actitud y mi ejemplo, y la obra del Espíritu Santo, actuó en mis padre. También actuara en los demás. 

MARANATA.

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