Es la última que se usa cariñosamente en esta epístola. Se emplea para hacer una declaración importante. Ver. Cap. Juan 3:2, 16, 21; 4:1,7).
¡No se por que los hombres dudan del amor de Dios! ¿Hay razones para que el Hombre rechace de tal manera ha Dios? El amor de Dios se apuesto en duda en todo nuestro planeta.
El amor al dinero y a las cosas materiales. O las viandas que ofrece el hombre, y a un desconocimiento del Dios. Pero hace falta que miremos a las estrellas y nos preguntemos:
¿ Quien sostiene tantas estrellas y planeta, hay tantos mundos que no conocemos? El poder de un Dios de amor, es lo que nos sostiene.
Y ese amos fue demostrado en la tierra, en un lugar llamado calvario donde Cristo murió por esta raza, llena de envidias y celos y contiendas los unos con los otros.
No hay duda ya que la sintaxis griega indica que Dios nos amo. Otra muy distinta es el amor del hombre hacia Dios.
Si lo amamos guardaremos sus mandamientos, si no lo amamos no guardaremos su mandamientos.
Juan pasa una larga vida contemplando la medida del amor del Padre.
Por eso es conocido como el apóstol del amor. Dios nos invita a amar a Dios, cada día. Y dirás como:¿piensa en todas las cosas positivas que Dios te ha ayudado, cuantas veces te a salvado de un peligro?
Día tras día Dios nos invita a reconocer su amor Aquellas personas que no amas, al pobre, al hermano, a la suegra, que no ama la violencia, y que se preocupa por el bienestar del mas humilde; ese ama a Dios: Yo amo a Dios pero aborrezca a mi hermano, es un mentiroso.
Todo lo que diga, sale de unos labios llenos de vanidad y orgullo y mentira; una persona no puede amara Dios de esa forma, no puede haber amor en ella. Por muy cristiana/o que se diga esa persona.“
¿Cómo puede amara Dios ha quien no avisto¿” (Juan 4-:20). Nosotros, los que comprendemos la magnitud del incomparable amor de Dios por nosotros, estamos obligados a emitir ese amor en relación con nosotros y con otros, estamos obligados a imitar ese amor en relación con nuestro prójimo.
Puesto que Dios nos amó aunque somos indignos, ¿No debemos amar a nuestros hermanos, no importa el color o la raza, a un que nos parezca indinos a nuestra vista? Juan nos invita a sus lectores a imitar el ejemplo del Divino Maestro. ¿Podrás hacerlo? Amen.
MARANATA.
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