Pablo navega hacia Roma para ser juzgado por el emperador Romano. La ley romana podía juzgar a uno que no era romano, pero el derecho romano, indicaba que sólo el senado podía condenar a un Romano o en su lugar el Cesar.
El barco donde testaba Pablo estaba costeando cerca del cabo Matala, y navegando hacia Fenice el viento noreste dio contra el barco. El barco navegaba a sotavento de “Cauda”, esta isla esta a 72 km al suroeste del cabo Matala.
Pablo aconsejo al capitán de que no saliese, pero este viendo que la brisa era suave elevo el ancla. Hay momentos en la vida que aceptar un buen consejo es bueno, pero nuestra vana sabiduría nos traiciona y hacemos nuestra propia voluntad.
Dos días después el viento azoto a la nave, la nave no podía regresar al puerto ni tampoco podía llegar a sus destino.
El barco quedo a merced de la tormenta, el resultado fue triste y lamentable.
Así pasa en muchas ocasiones con nuestra vida, Jesús nos dice que es lo que tenemos que hacer, pero nuestro orgullo prevalece y las consecuencias son fatales.
Pablo exhorta a la tripulación que tenga buen animo, y que confié en Dios. Así lo hicieron y Pablo pudo llegar a buen puerto. ¡No ocurre esto en la vida del cristiano!
Cuando no ponemos nuestra vida en manos de Dios, nuestra vida se tuerce y nos lamentamos, hachemos la culpa a nuestra mala suerte, o tal vez a un mal consejo.
Pablo de testimonio de quien es y a quien sirve. Y que el ángel les avía protegido. La intervención de los ángeles en la vida del cristiano es clara y Dios enviara a los ángeles para proteger a sus hijos antes peligros que nuestros ojos no pueden ver ni nuestro sentido percibir.
La religión es algo personal: es consagración, adoración y servicio personal que se rinde a un Dios personal. Si Pablo presenta un testimonio personal a los paganos que estaba con él.
Nosotros podemos hacer lo mismo, presentar a Cristo como nuestro sumo sacerdote, y revelar su amor a través de nuestro ejemplo.
No debemos de tener miedo en presentar la verdad, los tiempos en que vivimos son muy tempestuosos, pero llenos de esperanza.
Dios se hace evidente cada mañana en nuestras vidas. Cristo es el que lleva el timón de nuestra vida si se lo permitimos, así todos estaremos seguros en el barco de la esperanza y de su venida.
Tal como ocurrió en el caso de Pablo, Dios puede salvar aunque el hombre desobedezca.
MARANATA.
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