martes, 28 de julio de 2020

SOPORTÁNDONOS UNOS A OTROS

Sufriéndoos los unos a los otros, y perdonándoos los unos a los otros si alguno tuviere queja de otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacerlo vosotros Col. 3:13.
Este testo es muy conocido, pero muy poco practicado. La tolerancia no esta muy arraigada en el pueblo de Dios, ni en la los cristianos en general. 

En nuestra relación con nuestros hermanos en Cristo debería de haber una moderación habitual externa, como decía Lutero: tener una indulgencia en nuestros actos y en las palabras. 

Nuestros actos y nuestros hábitos, nuestras palabras, nuestras equivocaciones incluso nuestras debilidades; o nuestras equivocaciones, deberíamos perdonar a otros que nos ofende o que nosotros ofendemos a ellos. 

El perdón abarca hasta los confines del universo (Mar, 11:25; Efe. 4:32). 

Una de las cosas que más se utiliza en el cristiano son las quejas o censura, somos muy propicios a censurar a otros, y no vernos a nosotros mismos. 

Cristo perdono a los que les traspasaron, no abrió su boca, pago bien por mal. Ejemplo nos dio a todos. Creo que, tú no puedes perdonar en realidad a alguien sin olvidar, eso no es perdón. 

Cristo nos dio ejemplo, si tú o yo, no olvidamos, no hemos perdonado. La gran norma del perdón del hombre para con el hombre es el perdón de Dios a la familia humana (cf. Efe.4:32). 

El ha redimido nuestro pasado sanando y cubriendo, no extinguiéndolo. Creo con humildad que es la forma de perdonar. 

Muchas personas se marchan de la iglesia, por que no an sentido el perdón, sólo la humillación y por eso no vuelven a la iglesia.

Pero Cristo las tiene presente, y en el día del juicio, Dios juzgara con justicia a los culpables. Tenemos un ejemplo que siempre pongo, el hijo prodigo. 

Un joven que arruino su vida, y un padre compasivo y perdonador. El padre supo perdonar, porque vio un verdadero arrepentimiento y sinceridad. 

Así pues, sólo el eterno Consolador puede ser el eterno Perdonador. Sabiéndolo todo, él puede perdonarlo todo, y nosotros no tenemos necesidad de temer. 

Así debemos nosotros conocer y sin embargo perdonar: plenamente. El amor es la virtud que debe dar cohesión al perdón. 

A lo largo de mi ministerio, he visto cristianos que nunca volvieron a la iglesia, hijas y hijos de Dios que seguramente ya están descansando en el Señor, y otros vivirán. 

Y lo que meda más temor es: que su sangre la demandara Dios de nosotros. Roguemos a Dios sabiduría para perdonar y olvidar, para que sepamos ser hijos de Dios en este mundo. 

De la manera que Cristo nos perdona, así también debemos hacerlo los hijos de Dio
MARANATA.
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