miércoles, 8 de julio de 2020

LA AYUDA DIVINA.

De oídas te había oído: Mas ahora mis ojos te ven. Job 42:5
¡Cuán poco conocemos a Dios! La verdad es que le conocemos muy poco, y a veces no le queremos conocer. 



Job tiene una experiencia que deberíamos de tener cada cristiano. 

Job admite que su anterior conocimiento de Dios se basaba en lo que había oído. Ahora es cuando adquiere un conocimiento más intimo con Dios. 

En esta afirmación Job revela la transacción de una experiencia religiosa nominal o en la tradición a una experiencia basada en la comunión personal con Dios. 

Y nunca hubo un tiempo en que existiera tanta evidencias de la grandeza de Dios como ahora. Cada nuevo descubrimiento de la palabra de Dios y de la ciencia, correctamente entendido, magnifica el poder y la sabiduría del Creador.

Desde nuestra juventud todos los cristianos hemos oido de un Dios de amor. Pero el ser humano reacciona en forma muy extraña ante estas revelaciones de un amor infinito hacía la raza humana. 

Pero el hombre reacciona de forma extraña ante el sufrimiento, y nos quedamos confundido porque eso no era lo que nosotros habíamos oído. 

A través de la oración y el estudio de su palabra, podemos ver a Dios. Job paso por esa experiencia a través del sufrimiento, no critico a Dios, sino que confió en Dios. 

Sabemos que Dios es infinitamente poderoso y bondadoso, y también sabemos que, a pesar de que podamos sufrir enfermedades, somos hijos de Dios. 

El señor no, nos explica porque pasamos enfermedades ni porque sufrimos.Pero debemos estar convencidos que será para nuestro beneficio. Todo tiene un propósito en la vida. 

Conocí a un joven que maldecía a Dios por la enfermedad que tenia, y murió con esa maldición. Años después me entere, que ese joven llevaba una vida muy violenta. 

Dios permitió que Job pasara por esa prueba, y demostró que el poco conocimiento que tenía de Dios, ahora pudo decir: De oídas te había oído; pero ahora conozco tu misericordia. 

Podemos conocer a Aquel que es la vida eterna. Pero creo sinceramente que tenemos que romper las rodillas de nuestros pantalones. 

Podemos aprender de Jesús, en el Gólgota, en las largas noches de oración. 

Y “yo” el primero, porque veo la necesidad y el poder de la oración. Podemos participar de su Espíritu colaborando con él en el ministerio en favor de otros. 

Hay una promesa que Dios nos da: “No te desampararé, ni te dejare” (Heb. 13:5). Esto reprende nuestro olvido y descuido. 

Demos a Dios en lugar que le corresponde en nuestra vida. Seamos como Job, ser fieles a Dios y él nos dará la fuerza necesaria.
MARANATA.
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