martes, 21 de julio de 2020

"EL DÍA QUE A TI CLAMARE"

En el día que clamé, me respondiste; me fortaleciste con fortaleza en mi alma. Salmo 138:3
Se necesita cristianos profundos y de gran fe, con sentimientos y magnitud notables para defender la causa de Dios, y que sean hombres y mujeres de devota oración. 

La gran familia de Dios conjuntamente con la naturaleza, y su conocimiento de la ley, y su aprendizaje en la escuela de la adversidad, del dolor y la tentación y los años de compañerismo con Dios deberían fortalecer su fe en Dios. 

¡Cuan a menudo hacemos frente a chascos y desgracias en nuestra vida! Las esperanzas que acariciamos pueden no cumplirse en nuestra vida. 

Cuando vemos que nuestros amigos, o nuestra propia familia nos abandona, porque no nos comprende, cuándo tratamos de seguir a Jesus y guardar su ley. 

Nos sentimos los más pequeños del mundo, y es cuando clamamos a Dios y Él responde a nuestra necesidad. 

Hay momentos en la vida del cristiano que le falla la salud, que lleva años sufriendo y se pregunta ¿por qué a mí, y no a otro? 

David sufrió mucho, pero su confianza estaba puesta en Dios. “Yo me he preguntado muchas veces ¿por qué a mí? 

Hay veces que uno no quiere vivir, pero cuando uno se levanta al día siguiente, alaba a Dios por un día más de vida. 

No sabe que le va a pasar durante el transcurso del día, pero sigue adelante. Confía en su Dios, que tantas veces le al salvado la vida. Esa es la fe de (Gálatas 2:20, 3:6-9). 

El Espíritu Santo edifica nuestra fe y nuestro carácter, para que seamos a la imagen de Cristo. David demostró esa fe, a pesar de sus caídas y de sus levantarse.

Viene a mis recuerdos, cuando conocí al suegro del pastor Luis Bueno, (Bos) hombre de fe, se podía estar contando experiencias durante tres noches, de cómo Dios le ayudo en su vida. 

Se sabía la Biblia entera de memoria, sufrió mucho en la guerra Española. Pero como David, fue sostenido por qué sabía, quien era su Dios. 

Hoy se necesita a hombres y mujeres de esta talla, para terminar la obra de Dios. No importa las pruebas que pasemos, ni los peligros que corramos, nuestra ancla debe de estar puesta en Cristo hasta que él venga a rescatarnos. 

Creo que los que tienen fe genuina en Cristo como su Salvador, estarán protegidos bajo las alas de nuestro Dios. 

Es por eso, que el corazón que mora la fe, este crecerá hasta más aya de las estrella, donde mora Cristo. 

Todas estas almas son dirigidas por la gracia de Cristo. Son joyas en su cofre, que guardan para la eternidad. 

Yo te invito a que hagas hoy tu decisión para ser una joya en el cofre de Dios.
MARANATA.
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