miércoles, 21 de marzo de 2018

EL PERDÓN DIVINO.


En la ley Moisés nos mandó apedrear a las tales. Tu pues ¿qué dices? Mas esto decían tentándole, para poder acusarle. Empero Jesús, inclinando hacia abajo, escribía en la tierra con el dedo. Juan 8:5,6
El adulterio se castigaba con la muerte, bien sea apedreada o ahorcada, según la ley, bien sea la ley dada en el Sinaí. Según la Mishnah (Sanhedrin 11. 1), cuando era una mujer comprometida (Deut. 22:23-24-9, la Mishnah (sahedrin 7. 4, 9.).  

Pero los escribas y fariseos querían ir más aya, el pronombre “tú-” resalta como enfático. Los fariseos querían poner en conflicto entre Jesús y Moisés. Jesús con su silencio y la escritura les dio una lección que nunca olvidarían. 

Jesús hace un llamamiento a esa parte que tenemos cada uno en el corazón. La ley dice: el que pecare este morirá. 

Pero no es menos cierto que cuanto creció el pecado sobrepujó la gracia. El castigo no conduce a nada, el amor y la misericordia puede cambiar a una persona. 

Los fariseos querían no solo el enfrentamiento sino un castigo vil para los pecadores. 

Así ellos conseguirían que Jesús apoyara la ley y el orden. Jesús sabía las intenciones de sus corazones. Jesús quería algo más que sostener la justicia. 

El objetivo de Jesús era la transformación del carácter de esa mujer herida, confundida y asustada en una persona en ese estado era difícil cambiar y menos caminar entre sus amigos. Vemos que desde la fundación del mundo nuestro enemigo pide justicia. 

Y Pablo nos da una visión de este conflicto en Rom. 8, ya que este conflicto terminara con la segunda venida de Cristo. Porque, mientra Dios defiende a su pueblo, Satanás acusa,y Dios los defiende (Zac. 3:1-7), en el verso 7, hay una advertencia: “Si anduviereis por mis caminos, guardaras mis ordenanzas”. 

Esto implica un compromiso del pueblo de Dios con su hacedor. Satanás acusa a Dios de ser injusto (Apoc.12:10) por no hacer justicia con el pecador: y no lo destruye. 

Dios es un Dios de amor y no quebranta su ley y la lay está basada en el amor y el perdón. La ley defiende el amor, y no lo aprisiona. 

Así cuando Cristo derramo su sangres sobre la Cruz, nos mando un mensaje de perdón. 

Esta Maria, acongojada por su situación, derramo su amor por un sólo perdón, Ella estaba cumpliendo con la ley, estaba ante el atrio y ante el Santísimo, pidiendo misericordia. 

Sin embargo este aspecto de la ley es el que Satanás y los grandes inquisidores no pueden comprender. 
Dios vino para salvar al hombre, no importa cual grande sea su pecado, Él vino para salvar no para condenar. Dios es amor, y donde hay amor, no hay temor.
Maranata.
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