sábado, 5 de diciembre de 2015

UNA PRUEBA DE FE.


Por la fe Abraham, siendo llamado obedeció para salir al lugar que había recibido como herencia; y salió sin saber a dónde iba. Hebreos 11:8.
Dios escogió a Abraham como mensajero suyos mediante el cual comunicaría la luz al mundo. 
El llamado de Dios demandaba que Abraham rompiese con el pasado. No sólo tenia que dejar la tierra de los dos ríos, Mesopotamia, estaba situada entre Ur y Harán, sino que se daba el culto a los dioses, como el templo de Mul-lil (señor del mundo), era una ciudad de grandes dioses y divinidades de otros pueblos. 

Todo esto cambiaría inmediatamente cuando dejara la tierra y a su familia. (Testimonios t. 4. p.523). Dios vio que Abraham adoraba al verdadero Dios, es por eso que le hizo el llamado, dentro de una gran idolatría. 

Era libre de aceptarlo o rechazarlo. Todo esto cambiaría cuando dejara la ciudad de los dos ríos. Abraham no se cuestiono si la tierra era fértil, o estéril. El cumplió la orden de Dios. Hay un hecho que nos llama la atención y que debería ser para el cristiano una lección. 

Levanto un altar para adorar a su Dios. Doquiera fue, confesó a Aquel en quien confiaba y quien obedecía. Sus altares, esparcidos por el campo de Canaan se convirtieron en monumento recordativo del único Dios verdadero. 

Esto debería ser una lección para cada creyente. Cuando el deber parece llevarnos en contra de nuestras inclinaciones, debemos tener fe en Dios. ¿Donde está nuestros altares, en el transcurso de nuestra vida? 
¿Dejamos un altar en cada lugar donde vamos a vivir? ¿Damos testimonio de nuestra fe en el Dios que creemos? Hay personas que podrían estar en situaciones favorables. . . en todas las cosa de la vida, pero Dios puede tener para cada uno de ustedes una obra que hacer en otra parte, que no la puede hacer nadie más que solamente tu.

Pero Dios ve que cambiando su situación y enviándolos a lugares cuyo ambiente sea completamente diferente, ellos estarán en el sitio donde mejor podrán desarrollar su carácter que glorifique a Dios. . . 

Dios en su providencia nos coloca en situaciones en las cuales sentimos nuestra necesidad de su ayuda y poder, y ama revelarse a nosotros (Manuscrito. 19, 1886).
Maranata
Luis José de Madariaga.
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