martes, 8 de diciembre de 2015

EVITA UNA PREOCUPACIÓN INÚLTIL

Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? Mat.6:25.
Cristo nos esta diciendo: No te “preocupes” “no estés ansioso” Estas mismas palabras se emplea en (1º Cor. 7:32; 12:25; cf. Luc.12:22-31; y Sal. 55:22). 

Jesús no recomienda aquí el ascetismo ni tampoco alaba la pobreza. No afirma que un pobre o descuidado sea más aceptable ante Dios que un hombre rico. Lo que esta diciendo Jesús y lo aconseja prudencia en la administración de la vida y los negocios. Si tratáis de hacer lo mejor, no fatiguéis vuestro cuerpo y vuestra mente con los cuidados de esta vida. 

No malogréis vuestra experiencia religiosa por las preocupaciones, sino confiad en que él Señor trabajará por vosotros y hará por vosotros lo que no podéis hacer vosotros mismos. 

La vida es más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido. Hay muchas preocupaciones innecesaria, muchas angustias mentales, por cosas inevitables. 

Dios quiere que sus hijos confíen en él. Nuestro Señor es un Dios justo y recto; y sus justicia en las cosas grandes o pequeñas de la vida las tienen en cuenta. 


No dejara a ningún hijo suyo abandonado. Pero los que acarician el espíritu de preocupación y de queja y se rehusan a reconocer su mano guiadora los abandonara a su suerte. 

La ansiedad innecesaria es una cosa insensata y nos incapacita para ocupar una oposición aceptable delante de Dios. 

Cuando el Espíritu Santo entra en el alma no habrá deseo de quejarse y murmurar por no tener todo lo que queremos. Más bien, agradeceremos a Dios de todo corazón por las bendiciones que tenemos. . . Hay bendiciones que puede tener todos los que la buscan en la debida forma. 

Las personas cuyo principal propósito es conseguir alimento y vestidos, han perdido lo más importante de la vida. Debemos comer para vivir y no vivir para comer. Es el Espíritu Santo es una bendición cuando se lo anhela. Si acudimos a Dios como niños pidiéndole
su gracia, y poder para resistir toda tentación y serle fiel, y no para nuestro ensalzamiento como algunos tienen por costumbre. 

Si lo hacemos para que otros que estén a nuestro lado sean bendecidos, entonces sera una gran bendición, y la petición no sera negada. 

Estudiemos la Palabra de Dios para saber cómo aferrarnos de sus promesas reclamándolas como nuestras. Entonces seremos felices. El enemigo no podrá destruir nuestra paz. (Manuscrito 15, 1912).
Maranata
Luis José de Madariaga.
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La Biblia a través del tiempo.

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