miércoles, 2 de diciembre de 2015

CONFIAR EN ÉL SEÑOR JESUCRISTO


Pero fiel es el Señor, que os afirmará y guardará del mal. 2º Tesalonicenses. 3:3 .
Frente a la infidelidad del hombre y la mujer, especialmente a los del pueblo de Dios, que están dando la espalda a Dios, se nota el contraste con la fidelidad de Dios por su pueblo. (1º Cor. 1:9). 

Muchos cristianos dentro y fuera confían en esta maravillosa promesa de fidelidad y liberación departe de Dios.
Pablo es advertido por Dios cuando le dice: No temas, sino habla, y no calles; porque yo estoy contigo, y nadie vendrá sobre ti para dañarte; porque yo tengo mucho pueblo en esta ciudad. (Hech. 18: 9,10). 

Cristo cumplió su promesa, al igual que la cumplirá contigo. ¡Cuántos hay que van por la vida bajo una nube de condenación! No creen en la Palabra de Dios. No tienen fe de que hará lo que él dice, incluso los del pueblo de Dios abecés dudan cuando la tormenta arrecia. 

Muchos que anhelan ver a otros descansar en el amor perdonador de Cristo no reposan ellos mismos en él. 

Pero, ¿cómo podrá guiar a otros a tener una fe sencilla, sincera en el Padre celestial cuando ellos miden su amor por sus sentimientos? Debemos confiar en la Palabra de Dios implícitamente, recordando que somos hijos e hijas de Dios Altísimo. Ejercitémonos en creer en su Palabra.

Herimos el corazón de Cristo al dudar, cuando nos a dado la evidencia de su amor, en nuestra enfermedad, o en el trabajo etc. El puso su vida para salvarnos. El nos dice: “Venid a mí. . . y tendréis descanso. . . “¿Creéis que hará así como dijo? 

Yo creo que si. Entonces cumplidas las condiciones, no llevéis por más tiempo vuestras cargas de pecado y ansiedad. Ponedla sobre el Salvador. Tenéis que confiar en él como un niño confía en su madre. ¿No ha prometido que os dará descanso? Pero, ¡a cuantos está obligado a decirles tristemente: “Y no queréis venir a mí para que tengas vida eterna”! (Juan 5:40). 

Muchos fabrican cargas penosas que no pueden llevar. ¡Y después dicen porque Dios no me ayuda! Debemos mirar a Cristo, no importa cual sea tu condición, el te mira con tierno amor. “Ven hijo” YO TE CURARE TUS ERIDAS” Esto llenará el alma de odio hacia todo lo que sea pecaminoso y le inspirara un intenso deseo de tener la justicia de Cristo. 

Cuanto más claramente vemos al Salvador, tanto más claramente discernimos nuestros defectos de carácter. Condesad vuestros pecados a Cristo y cooperad con el con verdadera contrición de alma abandonándolos. Creed que estas perdonado. 

La promesa es clara y contundente, “Si confesamos nuestros pecados, el es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad” (1º Juan 1:9). 

Todos los que crean en Cristo como su Salvador devén estar seguros de que Cristo cumplirá su promesa. La palabra de Dios no falla. El que prometió cumplirá. Tenemos el deber de creer que Dios cumplirá su promesa perdonándoos como tenéis el deber de confesar vuestro pecados (Ibid).
Maranata
Luis José de Madariaga.
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La Biblia a través del tiempo.

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