A lo largo de la historia del pueblo de Dios, su obra ha sido lenta y doloroso, pero era protegido por la misericordia de Dios.
El mayor ejemplo lo tenemos con Zorobabel, en la construcción del templo, no era como el templo de Salomón, pero sería más honrado que el de Salomón.
Cuando Nabucodonosor destruyó jerusalén, solo quedo los más pobres los más humildes, y gente que vinieron de asiria. Este pueblo había perdido la imagen de un Dios de amor, y algunos adoraban a las imágenes.
Zorobabel era un hombre que quería hacer la voluntad de Dios, pero veía que sus enemigos eran más fuerte que él. Este capitulo esta llenos de alientos para aquellos que quieren hacer la obra de Dios.
Las mismas dificultades que afrontó Zorobabel, está ahora delante de nosotros para terminar la obra encomendada a cada hijo de Dios. Se usan muchos inventos humanos para llevar a cabo planes según el parecer y la voluntad de los hombres con los cuales Dios no trabaja.
Hay hombres que van en contra de los planes de Dios y de su obra. El poder de los agentes humanos no deciden cuando y como se debe terminar la obra. “No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos”. (Zac 4:6).
El Señor no solamente estaba hablando del templo de Zorobabel, sino también de nuestro templo. La obra de cambiar nuestro corazón es larga y penosa, pero al igual que dio fuerza a Zorobabel, nos dará fuerza y su Espíritu para reconstruir nuestro templo.
Dios toma cosas pequeñas y insignificantes a fin de usarlas para glorificar su nombre.
Cerca de mi pequeño huerto, hay olivos, unas olivas son mas gordas que otras, pero todas al unirse dan un gran aceite.
Todas se alimenta de la misma savia, y todas dan gloria a Dios.
A través de todos los siglos, Dios ha elegido trabaja con cosas pequeñas y con gente también pequeñas y humildes.
Pensemos en Moisés, Job, cualquiera de los profetas. Eran humildes de corazón, pero grandes en el Señor. Todo aquel, sea grande o pequeño pero de corazón humilde, será usado por Dios para su gloria.
En este mundo lleno de maldad, como Sodoma y Gomorra, tú y yo podemos ser instrumentos para glorificar el nombre de Dios.
MARANATA.
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