lunes, 21 de febrero de 2022

LOS ÁNGELES CANTAN.

Gloria en las alturas a Dios, Y en la tierra paz, buena voluntad para con el hombre”. LucaS 2:14.

Cuando en ocasión del nacimiento de Jesús los ángeles cantaron, este bella canción. En ella estaba implícito los principios de la ley de Dios, que había venido a magnificar y honrar al Creador. 

Cuando la ley fue dada en el Sinaí, Dios hizo conocer al hombre la santidad de su carácter, para que por el contraste pudiésemos ver cuán pecaminoso era el oprobio. 

La ley fué dada para convencernos de pecado, y revelar nuestra necesidad de un salvador. 

Cristo obedeció los requerimientos de la ley, y sostuvo los derechos de la ley; probó que la ley puede ser guardada en la humanidad, y reveló la excelencia del carácter para todos los que la aceptaran. 

Se vería una transformación en el ser humano, y se apartaría la violencia en el hombre. 

Pero los que violan los mandamientos de Dios, sostiene el aserto de Satanás de que la ley es injusta.

 La experiencia humana, con mucho conocimiento teológico, científico, y humano, todo ello teórico no servirá de nada para salvar al alma. 

Toda esta sabiduría no produce frutos de justicia. Todos los capítulos de la historia de este mundo, están basados en crímenes cometidos por un fanatismo religiosos. 

Tenemos a los fariseos que se llamaban hijos de Abrahán y se jactaban de poseer los oráculos de Dios; pero esto no le servía de nada, mientras existiese el egoísmo, la malicia, la codicia, y la más baja hipocresía. 

Como cristiano, hoy subsiste el mismo peligro dentro de la iglesia. El mundo ya sabemos como está. 

Creo que muchos cristianos son llamados así, porque simplemente acepta la palabra de Dios, o aceptan ciertos dogmas teológicos, y la otra mitad la rechazan. 

En este saco no se mete a todos los cristianos, pues hay muchos que son sinceros . 

Pero en su conjunto, no la han creído ni amado; por lo tanto no han recibido el poder de la gracia que proviene de la santificación de la verdad. 

La gran mayoría podemos profesar creer en la verdad; pero esto no lo hace sincero, bondadoso, paciente, y tolerantes, no les da aspiraciones celestiales, es una maldición para los que la poseen. 

Todos estamos metidos en este problema. Creo con sinceridad, que la justicia que Cristo enseñaba es la conformidad del corazón y de la vida a la voluntad revelada de Dios. 

Si tenemos una fe viva y una relación constante, nuestro carácter será transformado a la semejanza de Cristo. (esta matutina está basada en el DTG, 275-276).

MARANATA.

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