lunes, 7 de febrero de 2022

NUESTRO ROSTRO NOS DELATA.

¿Quién como el sabio? ¿y quién como el que sabe la declaración de las cosas? La sabiduría del hombre ilumina su rostro, y la tosquedad de su semblante se mudará. Eclesiastés 8:1

Muchos ilustrados dirían: “¿Quién, es sabio?” Salomón dijo en cierta ocasión a la reina de Saba. La sabiduría que proviene de Dios, y hace a este sabio, supera a todas las riquezas del mundo. 

Recuerdo una cita que leí sobre lo que dijo Abrahán Lincoln, en cierta ocasión. Se presentaron varios hombres a una convocatoria para un puesto importante en la Casa Blanca. 

Se presentó ante él un hombre feo de cara, y el presidente le dijo a su secretario: No me gusta su cara. 

Pero señor presidente, el no tienen la culpa de su cara. Cada uno es responsable por su cara después de los cuarenta años -replicó Lincoln. 

El hombre era muy inteligente, pero había descuidado su imagen. Cierto es que nuestro texto de hoy confirma parcialmente esa observación. 

Salomón lo reflejó muy bien, cuando el hombre ha alcanzado la verdadera sabiduría divina, refleja el carácter de Cristo. 

Pues su rostro es iluminado por la tranquila confianza, su suave firmeza en lo que desea obtener, y una bondad, una fe en las promesas de su Dios. 

El verdadero sabio sabe cómo interpretar las experiencias de la vida. Recuerdo cuando era joven, que tuve una entrevista de trabajo para un señor muy rico. 

El que me entrevistaba, era un hombre de porte noble, y sus preguntas no eran de trabajo, sino que estaba averiguando mi personalidad. 

Después de una hora, me dijo, el puesto es suyo, pero fue sus condiciones las que me hicieron rechazar la oferta. 

Tenía que violar la ley de Dios, para hacer mi trabajo, y eso era inaceptable para mi. 

En la biblia hay muchos ejemplos de como debe un cristiano comportarse ante la tentación de un buen trabajo. Dios es el queda la sabiduría, para enfrentarse a los problemas de esta vida. 

El verdadero sabio sabe cómo interpretar las experiencias de la vida. Daniel es un ejemplo (Daniel 5:10-20; Pablo es otro ejemplo 1 Cor. 2:15; 1º Juan 2:27; 30. (foto de ABC)

La serenidad íntima del cristiano combinado con la sabiduría se reflejará en todo momento de su vida, y su rostro influenciara a otros para confíen en usted. 

Y así usted reflejará en su rostro al que es verdaderamente sabio. (Job 29:24; cf. Núm. 6:25; Salmos 4:6). Procuremos ser un árbol de hojas perennes. 

Levemos el ornamento de un espíritu humilde y tranquilo que a la vista de Dios es de gran precio. Y los hombres verán en vosotros a los hijos de Dios. Esta es la sabiduría que Dios otorga a sus hijos.

MARANATA

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