Las mentiras trae consecuencias a la largo de nuestra vida. Isaac de acuerdo con su esposa decidieron mandar a Jacob a donde estaba el hermano de Rebeca.
La tensión era constante en la familia, y sabiamente determinaron mandad a Jacob a Harán, con todas las bendiciones prometidas.
El linaje de la familia debe de perpetuarse a través de Jacob. La mentira siempre a llevado al hombre al destierro.
Pasó con Adán, y con todas las generaciones posteriores. Jacob tuvo remordimientos por su mal proceder. Al igual que el cristiano cuando miente, y aún más, cuando el mismo se cree sus propias mentiras.
Tenía un amigo especial en Venezuela, de descendencia hebrea, mentiroso convulsivo, pero un amigo leal. Siempre estaba cuando lo necesitábamos, todos los amigos lo sabíamos.
Cuando uno empieza un camino de mentiras, acaba por creer sus propias mentiras. Así es la raza humana. Jacob no era tan diferente como los de más.
Jacob salió de Beerseba camino a Harán, mucho camino que recorrer, y mucho que pensar en las consecuencias de su actuación.
Todo hijo de Dios, tiene un camino que recorrer a lo largo de nuestra vida. La mentira, es un mal que tenemos que corregir a lo largo de la vida.
Por la mentira el pecado entró en la tierra, y por ella hierra los hombres. “Se dice, que medio mundo, miente al otro medio”
Los cristianos, y los que pretendemos estar con Jesús en la Tierra Nueva, este defecto de carácter debe de desaparecer por completo.
Se nos ha concedido, que por la gracia de Cristo, podemos vencer este defecto de carácter.
Tenemos una escalera que llega hasta el cielo. . .y Dios nos exhorta a subir por esa escalera que es la fe. Pero no podemos hacerlo mientras haya mentira y tesoros terrenales en nuestro corazón.
El pensó que había perdido todo, su hogar y todo lo que ello conlleva.
Jacob aprendió una buena lección, la mentira no conduce a nada.
Lo triste es que sólo que guardemos un pecado sin confesar, no podremos ir con Jesús al cielo.
Triste, pero es así. Roguemos a Dios que cada día, nos lleva al arrepentimiento, para no hacerlo más en la vida.
Que podamos reflejar el carácter de Cristo en nuestro rostro. Jacob aprendió duramente esta lección. Que todo lo bueno que haya en el cristiano, sea para glorificar el nombre de Nuestro Dios.
MARANATA.
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