sábado, 23 de febrero de 2019

¿LLORA dIOA?


Y dijo: ¿Dónde le pusisteis? Le dijeron: Señor, ven y ve. Jesús lloró. Juan 11:34-35
Este es unos de los pasajes mas tiernos de la Biblia. La amista que su amigo Lazaro era muy profunda lo quería y lázaro también amaba a Jesús. 

El verdadero amigo, en todo el sentido de la palabra, siente lo que a su amigo le sucede. Cristo sintió ese dolor de amigo de Lazaro. Cristo se uno a la multitud por el dolor de la muerte de Lazaro. 

Cristo lloro con sinceridad, sus lagrimas se mezclaron con las de sus amigos. Por alguna razón me siento identificado con este hecho. En Venezuela tuve un amigo que estaba dispuesto hace todo lo que fuese para que no me sucediese nada. Mi historia ya la sabéis ya que la conté varias veces. 

Nos deberíamos sentir conmovidos cuando leemos el Deseado de todas las Gentes. Cuantas veces nos hemos perdido en este mundo de pecado, y cuantas veces Cristo a tenido que venir a rescatarnos. Yo creo que muchas veces Jesús a venido a llorar con nosotros, ese es el amor de un amigo. 
 
No mira tu situación, mira tu dolor, tu arrepentimiento y tu clamor hacia el Padre. El Padre lleno de amor, manda a su hijo para consolarte. Eso es amor. Cuando estas enfermo y desahuciado por los médicos, clamas a Dios, y él te manda la ayuda que necesitas, eso es amor. 

Cristo siento por ti y por mi algo especial, es el amor sanador. (Dios mediante os contare mi experiencia personal que durante dos años y medio e tenido con Dios). Hay en mi corazón un lazo, puesto por el Espíritu, que va más allá de la compresión de la Deidad asequible a mi conocimiento. 

El Espíritu Santo poco a poco va transformando mi vida como la vuestra, hasta comprender el gran amor de Dios por sus hijos. Esa sensibilidad por las cosas de Dios que hay en mi y en vosotros la apuesto Dios. 

Si El es capaz de llorar ante la tristeza, ¿no podrá rebosar de gozo cuando un hijo es perdido y retorna al hogar? Los que tenemos hijos fuera de la iglesia, lloramos y gemimos para que Dios le toque el corazón y vuelva al hogar de la iglesia. 

Los padres se gozan y alaban a Dios, así se goza Cristo cuando ve a un hijo suyo volver al hogar. La oración de una madre por su hijo, hace estremecer los atrios celestiales. 

Muchas madres y padres irán al descanso, pero esa oración nunca sera olvidada. El Espíritu Santo toca los corazones del ser humano, nos llama a sentir lo que Cristo sintió, amor por las almas caídas. 

Dios ha de enjugar en la Nueva Tierra las lágrima de tristeza, que por tantos años hemos derramado por los seres queridos. La gran promesa esta a punto de despuntar en el alba. (1º de Tes. 4:14-18) 
MARANATA.
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