domingo, 10 de febrero de 2019

EL PODER DE DIOS.

Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es potencia de Dios para salud a todo aquel que cree; al judío primeramente y también al griego.Romanos 1:16
En tiempos de Pablo, eran tiempos peligrosos dentro de la comunidad Judía. Pablo era considerado como apóstata. Había sido despreciado y perseguido entre los gentiles, expulsado de una ciudad a otra ciudad y considerado “la escoria del mundo y el desecho de todos” (1º Cor. 4:13). 

Comprendía claramente que la predicación de la cruz era “locura” para los griegos y “tropezadero” para los judíos (1º Cor. 1:23). Pero el Espíritu Santo daba testimonio de lo que Pablo decía era la verdad presente para ese tiempo. 

Pablo estaba convencido de la verdad del Evangelio y él mismo había experimentado tan plenamente el poder y su bendición, que se gloriaba del evangelio porque era el poder de Dios, y la salvación del mundo. 

Hoy la iglesia de laodicea tiene el mismo propósito que Pablo, pero la pregunta salta a la palestra, la gran mayoría de los laodicenses no tienen la convención de Pablo. Pues si la tuviesen el evangelio ya hubiera sido proclamado al mundo.

La gran tibieza y las mundanalidad a entrado en la iglesia, y debe tener un cambio radical desde sus cimientos hasta el más pequeño de su miembro. 

Muchas veces los cristianos anhelamos un poder en nuestro diario vivir que sea tan tangible, tan muscular y tan disponible como un motor V-8. 

Pablo tenía ese poder del Espíritu Santo porque estaba convencido y convertido. Comprendía claramente la necesidad de dar el mensaje de la salvación para su mundo actual.Para los cristianos de hoy día el evangelio es poder de Dios si ellos están convencido y convertidos. 

El Evangelio es la forma como Dios ejerce su poder para salvación de los hombres.Y nosotros somos sus instrumentos.

Dondequiera que el Evangelio encuentra corazones creyentes, es un poder divino por medio del cual desaparecen todos los obstáculos para la redención del hombre.

Pero la salvación en todos los niveles, no es un producto del poder físico. No es un empujón santificado hacia la justicia. No nos “obliga” a hacer lo que no queremos hacer, o no tener deseos de algo que no hemos decidido conscientemente gustar o de lo cual nutrimos. 
 trabaja por medio del poder de la verdad que apela al intelecto y a la lealtad. 

Nosotros estamos del lado de Cristo porque hemos visto su belleza y lo hemos elegido por Señor.

Abrazamos su estilo de vida porque lo hemos encontrado muy atractivo. Amamos la Palabra porque ella apela a lo más elevado de nuestro ser. 

Abrimos nuestros corazones al Espíritu Santo porque, como un caballero, El respeta nuestra libertad. Seamos como Pablo, hablando a tiempo y a destiempo. 
MARANATA.
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