sábado, 1 de septiembre de 2018

LA LEYES FUNDAMENTALES DE ROMANOS.


Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte. Rom 8:2
La nuevas buenas del Evangelio es que Cristo vino a condenar el pecado, y no al pecador (Jun 3:16; Rom 8:3). La gran obra del Espíritu Santo es dar vida. 

Es decir, el Espíritu “que da la vida” ¿Porque? Porque ejerce un poder vivificante en la persona que lo acepta. Luego la ley del Espíritu de vida es el poder que vivificante del Espíritu Santo que rige como una ley en la vida del hombre y mujeres que aceptan a Cristo. 

La ley nos acusa de que nuestros caminos no anden conforme a la ley de Dios. El pueblo desecho a Dios en el Sinaí desecho su ley, esta fue la gente mista que no le interesa guardar la ley de Dios. 

Querían guardar las leyes de Egipto y Dios los desecho, pero querían pertenecer al pueblo de Dios, y guardar las leyes del mundo. Queremos servir a Dios, pero queremos estar en el mundo. Dios no coaccionara la voluntad del hombre. 

El Espíritu “de vida” expresa el efecto causado como el caso de la “justificación de vida” (Jun.6:35). 

El Espíritu Santo trae la vida y la libertad, en contraste con la ley del pecado que trae condenación y esta produce la muerte espiritual, como el caso de la gente mista. 

Luego el Espíritu nos da poder para vencer el pecado, sin Él estaríamos condenado a la muerte eterna, ya que sin él estaríamos perdidos. 

Pablo se refiere retrospectivamente a lo que experimento en el bautizo, cuando comenzó a caminar “en la nueva vida” (cap. 6:4), y empezó a servir a Dios “bajo el nuevo nacimiento en el Espíritu” (cap. 7:6).

La ley nos condena , esta autoridad del pecado me conduce a una muerte segura. Es la que predomina en mi vida. Y aquí entra la gracia divina, el amor del Padre y de Jesús. El Espíritu Santo cuando lo dejamos entrar en nuestras vida, renegara nuestro intelecto y nos da vida. 

Nos capacita para obedecer la ley divina y le da poder para hacer “morirlas obras de la carne” (ver. 13). Luego esta ley del Espíritu de vida obra directamente en mi interior y se revela contra la ley del pecado que da muerte. 

Luego le da fuerza al creyente para vencer la influencia destructora 
del pecado, liberando así de la esclavitud del pecado. Es por eso tan importante que reclamemos la promesa del Espíritu Santo diariamente. 

No seamos como la gente mista que callo en el Sinaí, por falta de entendimiento que prefirieron servir al mundo antes que a Dios. 

Cuantas gracias debemos dar a Jesús por enviarnos el poder del Espíritu vivificador que regenera el alma del pecador y lo lleva ante el Padre, como hijos renovados por el Espíritu Santo.
MARANATA. 
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