viernes, 21 de septiembre de 2018

COMUNIÓN CON EL PADRE

A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que esta en el seno del Padre, Él le ha dado a conocer. Juan 1:18

Desde que el hombre existió sólo Adan y Eva conocieron a Cristo en la tierra, ya que Él representaba la imagen de Dios mismo; es como si tuvieran viendo al Padre.

Pero la deformidad de la raza humana, y la incredulidad de ella desecharon a un Dios creador y compasivo. Así que a través de siete mil años la raza humana sólo ha visto a Cristo desfigurado, pero sus hechos demostraron que era uno con el Padre.

El apóstol quiere que nuestra atención se aparte de nosotros mismos y enfoquemos nuestra vista al Autor de nuestra salvación. Juan nos presenta las dos naturaleza de Cristo; la divina y la humana.
La descripción divina: “Él cual, siendo en forma de Dios, no estimo el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse”. 

El era “el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia.
La naturaleza humana: “Hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte”. 

Voluntariamente tomó la naturaleza humana.Fue un acto suyo y por su propio pensamiento. (RH 29-10 05). 

Repartía sus bendiciones por donde pasaba, no se fijaba de que color era su piel, o que religión practicaba; sólo veía la necesidad de la persona y que estaba abandonada por el egoísmo humano.

El representaba al Padre con su tierno amor y compasión por la raza caída. El represento el carácter del Padre. Este mismo carácter es el que los hijos de Dios deben de representar ha un mundo que esta en la decadencia moral y espiritual de un mundo inmoral.
 A través del Espíritu Santo el creyente deberíamos presentar este principio a una sociedad que no quiere saber nada de Dios. “Si verdaderamente estamos en Cristo, tenemos que reflejar su carácter hacía los demás” .
El que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás -nunca anheléis las conveniencias y las atracciones del mundo-- ; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna”.
Este manantial que nos da Jesús, es para que lo compartamos con aquellos que están sedientos de la palabra de Dios.
Esta revelación de la gracia de Cristo debe de ser compartida, su Espíritu y su enseñanzas satisfará las necesidades del alma perdida.

 Si nosotros estamos en intima comunión con la Deidad, seremos luz que ilumina al mundo por la obra del Espíritu Santo en nosotros.
Al ser atraídos a Jesus, estamos atrayendo a otros ante la presencia del Padre. Y esta es la vida eterna que te conozca a ti como nuestro único Dios.
MARANATA.
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