martes, 13 de junio de 2017

RELACIONES PUBLICAS, Y LUEGO ACTOS.


Y a vosotros también, que erais en otro tiempo extraños y enemigos en vuestra mente, haciendo malas obras, ahora os ha reconciliado en su cuerpo de carne, por medio de la muerte. Colosenses 1: 21-22.
Hay una secuencia vital en este verso, 1, 2, y 3. Pocas veces Pablo habló más claramente acerca de la verdadera naturaleza del problema del pecado. Notemos como ocurrió: 
1/ nos alejamos de Dios; 2/ éramos enemigos en la muerte; 3/hacíamos malas obras.

Nunca podríamos cansarnos de repetirlo: el pecado es una palabra que denota relación. No se puede hablar del pecado sin hablar de Dios, acerca de la relación de alineación entre Dios y yo. Habiendo escogido vivir alejado de El, todos mis valores se distorsionaron. 

Al estar lejos del que me ama, llego a sentirme inseguro y a la defensiva. Y esa inseguridad rápidamente encuentra su máxima expresión en hostilidad. ¿Que puedo resaltar sino malas obras? Habiendo sido creado para el compañerismos con Dios que es amante y personal, la ausencia de esa amistad es devastadora para el cristiano. 

Es justo decir que virtualmente todo lo que hacemos que sea poco amable, inmoral, inmaduro y de cualquier otro modo de pecado, lo hacemos en un desesperado intento de llenar esa horrible vaciedad. Por supuesto, nuestro Dios sabe que eso es exactamente lo que ocurre. 

El sabe que, así como pecado es una palabra de relación, salvación también lo es. Si hacemos actos pecaminosos porque estamos separados de El, entonces el primer paso que El da es recuperarnos para volver a la amistad sanadora con sigo mismo. El pecado no tiene escusa, nosotros tampoco, esta es la gran obra del Espíritu Santo, reconciliar al pecador con Dios. 

Satanás también hace su obra, esta interesado en describirnos un cambio hacia la amistad con Dios. El dice que si hacemos suficientes obras buenas, Dios nos recompensará con su amistad, sin embargo, ofrece su amistad, no como una recompensa por nuestros buenos actos, sino por su definida convicción de que ésta es la única manera en que se pueden producir buenas obras. 

Sólo los que son amados pueden ser realmente amantes. Necesitamos recordar que no estamos tratando de reconciliarnos con Dios, sino que Dios nos está reconciliando con nosotros. En la cruz de Cristo fue el acto de Dios para reconciliar al mundo, no el acto de Cristo para aplacar a Dios.  

Hay muchos creyentes que interpreta mal esto, nuestras obras no salvan, ni los grandes sacrificios que haga el hombre. Es el amor del Padre por la humanidad que dio a su Hijo en la cruz. 

Y Dios confía que, habiéndonos ganado para sí, puede hacer grandes cosas en nosotros, hasta eliminar la última mancha que ha causado la relación rota entre Dios y tú. [Les ruego que oren por mi]
Maranata.
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