martes, 14 de julio de 2015

VESTIDOS DE LA JUSTICIA DE CRISTO


Bienaventurados aquellos cuyas iniquidades son perdonadas y cuyos pecados son cubiertos. Bienaventurado el varón a quien el Señor no inculpa de pecado. Romanos 4:7,8.
El cristiano tiene que estar feliz, por qué cuando viola la ley y comete “falta”se desvía y por lo tanto es cubierto como una mortaja “velado”. 

La evidencia textual de estos versos establece (cf. p.10) la variante “de quien”, “cuyo” “Bienaventurado el varón cuyo pecado el Señor no tomará en cuenta”.
Deberíamos con más frecuencia volverse a nuestro redentor con la plena confianza cuando pensamos en todo lo que él ha hecho por cada uno de sus hijos. Por la fe y solo por la fe, podemos descansar en su bendito amor.

Yo siempre e tenido presente en mi vida esta frase que me inunde mi corazón: “Al que ami viene”, él dice, “no le echo fuera” (Juan 6:37). Estas palabras de un Dios bondadoso debe de llenarnos de ternura hacia nuestro redentor.

Sería algo terrible estar delante de Dios, vestidos de ropa sucia, inmunda llena de justicia propia y de pecados horrendos. Solo de pensar en sus ojos escudriñadores viendo cada secreto de nuestro corazón, este echo debería estremecernos.

Pero mediante a eficacia de su sacrificio, Cristo nos ve limpios y podemos presentarnos ante nuestro Padre puros y sin manchas, habiendo sido expiados y perdonados nuestros pecados.

Si confesamos nuestros pecados diariamente y constantemente, él es fiel y justo para perdonar nuestro pecado, y limpiarnos de toda maldad y inmundicia”. 

 1º Juan 1:9. El pecador redimido, ataviado con las vestiduras de la justicia de Cristo, puede estar en presencia de un Dios que odia y aborrece el pecado,pero nos ve perfectos por los méritos del Salvador. (basado en R.H. 1910).



Dios no culpa de pecado. Es decir, el Señor no debitará o computará su pecado contra él. Este es el lado negativo de la justificación, el perdón de los pecados pasados. El lado positivo como se expresa en lo versos, 3, 5-6, 9, 11, 22, es la imputación de la justicia.

Ambos aspectos son inseparables. Destacar lo primero -pensar en la justificación únicamente como perdón y remisión-- puede despojar a esta experiencia de una parte de su poder reconciliador y vivificador.

La fe de Cristo no es obra de la naturaleza sino es la obra de Dios en la mente humana, es realizada en la misma alma por el Espíritu Santo, que revela a Cristo, como Cristo revelo al Padre.
Con su poder justificador y santificador, está por encima de lo que los hombres llama ciencia. 

Es la ciencia de las realidades eternas. La ciencia humana a menudo es engañosa, pero en cambio esta ciencia celestial nunca induce al engaño. 

Es tan simple que un niño puede entenderla sin embargo los hombres más sabios no puede explicarla. Es inexplicable e inconmensurable, más allá de toda expresión humana (R.H. 1904). Hay que ser como niños.
Maranata
Sigan orando por la vista de mi esposa.
Luis José de Madariaga.
http:// segunda venida apocalíptica
La Biblia a través del tiempo.

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