jueves, 25 de septiembre de 2014

SIN MANCHAS NI ARUGAS.


Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia , y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra, a fin de presentársela a si mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviera mancha ni arrugas ni cosa semejante, sino que fuese santa sin mancha. Efe. 5:325-27.
La vida no tendría significado si lo único que pudiera experimentar el cristiano fuera la justificación. Estoy empleando la palabra “experimentar” en el contesto de la comprensión y la aceptación del don gratuito que es el perdón de Dios.

Aunque la obra de Cristo de justificarnos se lleva a cabo sin relación algunas con las obras del hombre, no puede realizarse sin la participación de los sentimientos y las actitudes de los hombre. Escuchar por fe a Jesús cuando dice: “Tus pecados te son perdonados”, le brinda al alma una maravillosa sensación de paz y tranquilidad.

Cuando sabemos que sólo Jesús puede librarnos de nuestra carga de pecado, y que efectivamente lo hace, nuestro corazón se llena de amor por él. 
Por eso la doctrina de la justificación nunca podrá ser comprendida y aceptada sin que toque las partes más profundas del alma.

Devido a eso la justificación llega a ser la base de la santificación.  Nuestro versículo de hoy comienza con la justificación y termina con la santificación.  "Cristo ama a la iglesia y se entregó a sí mismo por ella"  Esto es justificación.

Pero el propósito de Cristo al darse a sí mismo en sacrificio por sus hijos consiste en santificarlos, y en última instancia en presentarlos a su Padre sin mancha ni arugas.  Algo escierto:  Las manchas y arrugas del mal en nuestra vidas nunca serán eliminadas ni alisadas a menos que nuestras almas estén fundadas en la fabulosa verdad de la justificación.

Esta pone en orden nuestras vidas pasada; la santificación la mantiene en orden.  La justificación realiza su obra por nosotros mientras,  que la santificación la lleva acabo dentro de nosotros.  La justificación es un acto de gracia; y la santificación  consiste en creer en la gracia.

La justificación paga nuestras deudas; la santificación nos mantiene libres de deudas.  Final ment, la justificación es nuestro derecho de ir al cielo; en cambio, la santificación es nuestra preparación para ir al cielo.  

[Usemos estas erramientas ahora para que dispongamos de poder para vencer el mal en nosotros].
Maranata.
Luis José de Madariaga.
La Biblia a través del tiempo.
http:// segunda venida apocalíptica

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