sábado, 6 de septiembre de 2014

OBRAS POR BALOR DE CIEN EUROS.


Pero el que obra, no le cuesta el salario como gracia, sino como deuda; más al que no obra, sino cree en aquel que justifica al impío; su fe le es contada por justicia. Romanos 4:4,5.

Unas de las doctrinas más difíciles de aceptar es la que nos enseña que nuestros pecados son borrados por medio de la confesión con un sacerdote, y que son borrados sin mérito alguno de nuestra parte.

Nada que podamos hacer en nuestra vida se puede comprar, remotamente, con lo que Dios ha hecho para justificarnos.
La mayor parte de la gente sincera desea rectificar lo errores o
enmendad accidentes que podrían afectar a otras personas.

Si casualmente tropiezas con alguien y esta cae al suelo, le pides perdón y le ayudas a levantarse, o si tienes un problema con tu vecina, ves y pídele perdón. Esto es de nobleza, pues te apuesto Dios en tu corazón.

Pero cuando escuchamos algo acerca del plan de la salvación, nuestra actitud normal consiste en ver qué podemos hacer para ayudar a Dios en su esfuerzo para salvarnos.

Pero nuestro texto dice claramente que “al que obra, no se le cuenta el salario como gracia, sino como deuda”. 

Piensa por un momento como se sentiría Dios cuando observe a la gente tratando de hacer sus propias obras y sus propios sacrificios ganando méritos para ir al cielo.

Creo sinceramente que el Señor considera insultante esa actitud.
Veamos esta ilustración: Un amigo rico te regala sin ninguna condición casa con todo confor y una gran cantidad de dinero, simplemente por que te aprecia y eres su mejor amigo/a . ¿Como te sentirías? Es posible que te quedarías de piedra.

Supongamos además que eres muy pobre, y que todo tus ahorros llegan a la suma de cien Euros. Pero tú no te designas a la idea de recibir ese regalo sin darle algo de tu parte. Así que ni corto ni perezoso metes tus cien euros en un sobre y, al encontrarte con tu amigo rico le dices: “¡Tu regalo es maravilloso! No tenias por que hacerlo.

La verdad es que no puedo aceptarlo sin ofrecerte algo cambio en agradecimiento. En este sobre hay cien euros. Por favor, acéptalo como mi retribución por tu regalo.

El amigo se queda de piedra, y se pregunta: ¿Que clase de amigo tengo? ¿sera digno de mi regalo? ¡Que ridículo! “¡Tú no eres digno de ese regalo!” Esto es lo que hace la gente cuando buscan justificarse por sus méritos.

Si meditásemos más en lo que Dios ha hecho por nosotros, dejaríamos de pensar en lo que podemos hacer para nuestra salvación, lo que por otra parte, a la vista de Dios, no vale nada los cien euros.
Promesa.
Si encomendamos la custodia de nuestras almas a Dios en el ejercicio de la fe viva, sus promesas no nos defraudarán; porque lo único que la limita es nuestra fe”.
Maranata.
http:// lecciones-biblicas.blogspot.com
La Biblia a través del tiempo
http://segunda venida apocalíptica


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