jueves, 4 de septiembre de 2014

¡QUE IMPORTANTE DIFERENCIA!


Y el les respondió: Soy hebreo y temo a Jehová, Dios de los cielos, que hizo el mar y la tierra Jon 1:9.

Las escenas la encontramos en una orden dada por Dios a Jonas, este se negó a cumplir la orden porque sabía que Dios tendría misericordia de ese pueblo. Había dos ciudades muy corruptas, que sus habitantes no sabía cual era su mano derecha, pero el pecado era insoportable ante los ojos de Dios.

Jonas se embarca en un navío, los marineros habían terminado de clamar e implorar a sus dioses para que los salvaran de la tormenta, pero el temporal se a jitaba con más fuerza, y el barco se estaba desquebrajando y parecía que el mar se los iba a tragar.

Como una última y drástica medida de desagravio, decidieron ofrecer a Jonás como sacrificio humano a los dioses. Jonas les explico el problema y siguieron su consejo, lo echaron por la borda y, como él lo había asegurado, el mar se calmo.

Jonás dedicó a dar testimonio en los últimos momentos que pasó en ese barco que se hundía. Presento a los que viajaban en el barco la principal diferencia -¡y qué diferencia! La que existía entre los dioses de madera, metal o barro y piedra que esos navegantes tenían en su barco.
¡El Dios de Jonás había hecho el mar y la tierra y por ende los cielos de los cielos! ¡Su Dios era el Creador del Universo!
Es el firme cimiento sobre el cual se basa la doctrina de la salvación por la fe en el poder creador de Dios. Ya hemos tocado suficiente este punto, pero es necesario que lo recalquemos una y otra vez.

La doctrina de un Dios Creador parece sencilla, casi demasiado conocida; pero la mayor parte del mundo la niegan o la ignora. Incluso muchos adventistas no dan la importancia debida.

El poder creador de Dios es el sello, la marca y el símbolo de su autoridad. Puedes negar su amor, su integridad, su rectitud, su bondad, su hermosura, su benevolencia, su moralidad, su pureza y su justicia, pero por más que quieras no puedes desconocer su poder creador.
Si niegas sus atributos te parecerá que Dios no es un Ser simpático. Pero a medida que reconozcas su poder creador, llegará a ser en tu vida el Dios único y supremo. 

Más si niegas su poder creador, inmediatamente lo reduces a un dios de madera o de piedra: Destruyes su autoridad, menoscabas su supremacía, echas por tierra su soberanía.

Honremos hoy al Señor que creo los cielos y la tierra, reconociéndolo como nuestro Creador y Redentor. Adóralo como el Creador del universo, y a la vez Creador de un corazón y un espíritu nuevo dentro de nosotros.
Maranata.
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La Biblia a través del tiempo

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