miércoles, 1 de enero de 2020

ABITANDO EN CRISTO.


                 FELIZ AÑO 2020
Que habite Cristo por la fe en vuestros corazones; para que arraigados y fundados en amor. Podáis comprender con todo los santos cual sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura. Efesios 3:17-18.
Una de las cosas que más desea Cristo en su iglesia, es la de que todos permanezcamos o habitemos en Cristo. 

Cristo no es un visitante esporádico, pues habita en el corazón del cristiano para proporcionarle fortaleza y vigor en la lucha de esta vida. 

La fuerza que nos da Jesús, es para purificar y embellecer nuestros corazones. La fe abre plenamente el corazón a Cristo. 

La fe es la confianza total en Dios y en sus promesas, es el camino que nos lleva a la eternidad. La fe es un principio que continuamente sustenta la vida del cristiano. 

Hay muchos hombres y mujeres que creen que el amor trae dificultades en la vida y que no vale la pena amar. 

El filósofo Schopenhauer pensaba que no valía la pena amar, por que veía que su vida estaba vacía y si sentido. 

Otro filósofo, Tomás Carlye, tenia una actitud diferente en la vida. El sostenía una base sobre el amor y escribo:

 “El amor es siempre el comienzo del conocimiento, como el fuego es el de la luz”. Tomás tenia razón. 

Para conocer, primero hay que amar. ¿Es concebible que puedas jamas entender verdaderamente a alguien sin amarlo? No, el amor es la base del fundamento de Dios, luego la compresión y el amor marcha de la mano. 

Alguien dijo: “La mayor gloria del amor reside en el hecho de que por sí solo provee la fuerza, la protección y el valor sin el cual el completo crecimiento es imposible”. El amor engendra energía, crecimiento y percepción. 

Es una fuerza combinada que trata de reunir todas las partes. Es poder para cimentar y construir. Cristo tiene que habitar en nuestros corazones en amor, o “arraigados y cimentado”. 

El amor que se arraiga penetra en las profundidades del alma, y de todas las facultades mentales, mientras que el amor que se cimienta proporciona el fundamento firme para la vida del cristiano. 

Contra tal clase de amor no hay argumentos. El amor surge de la experiencia personal con Cristo, y se convierte en la raíz y el cimiento de la unidad entre Dios y el hombre, y entre el hombre y su prójimo. 

Este inmenso amor fue demostrado al hombre en la cruz, El verdadero amor, brota en forma de rayos que alcanza a la humanidad. 

Y al mismo tiempo crea una atmósfera de vida eterna en Cristo Jesús. 

El amor es la base y el fundamento de Dios, y Jesús quiere compartirlo con el hombre.

Pero es el hombre que debe de determinar si acepta dicho amor, ya que dicho amor es dado gratuitamente por Dios. 
Tal amor encuentra su recompensa si es aceptado por el hombre.
MARANATA.
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