Que habite Cristo por la fe en
vuestros corazones; para que arraigados y fundados en amor. Podáis
comprender con todo los santos cual sea la anchura, la longitud, la
profundidad y la altura. Efesios 3:17-18.
Una de las cosas que más desea
Cristo en su iglesia, es la de que todos permanezcamos o habitemos en
Cristo.
Cristo no es un visitante esporádico, pues habita en el
corazón del cristiano para proporcionarle fortaleza y vigor en la
lucha de esta vida.
La fuerza que nos da Jesús, es para purificar y
embellecer nuestros corazones. La fe abre plenamente el corazón a
Cristo.
La fe es la confianza total en Dios y en sus promesas, es el
camino que nos lleva a la eternidad. La fe es un principio que
continuamente sustenta la vida del cristiano.
Hay muchos hombres y
mujeres que creen que el amor trae dificultades en la vida y que no
vale la pena amar.
El filósofo Schopenhauer pensaba que no valía la pena amar, por que veía que su vida estaba vacía y si sentido.
El filósofo Schopenhauer pensaba que no valía la pena amar, por que veía que su vida estaba vacía y si sentido.
Otro
filósofo, Tomás Carlye, tenia una actitud diferente en la vida. El
sostenía una base sobre el amor y escribo:
“El amor es siempre el comienzo del conocimiento, como el fuego es el de la luz”. Tomás tenia razón.
“El amor es siempre el comienzo del conocimiento, como el fuego es el de la luz”. Tomás tenia razón.
Para conocer, primero hay que amar. ¿Es concebible que
puedas jamas entender verdaderamente a alguien sin amarlo? No, el
amor es la base del fundamento de Dios, luego la compresión y el
amor marcha de la mano.
Alguien dijo: “La mayor gloria del amor
reside en el hecho de que por sí solo provee la fuerza, la
protección y el valor sin el cual el completo crecimiento es
imposible”. El amor engendra energía, crecimiento y percepción.
Es una fuerza combinada que trata de reunir todas las partes. Es
poder para cimentar y construir. Cristo tiene que habitar en nuestros
corazones en amor, o “arraigados y cimentado”.
El amor que se
arraiga penetra en las profundidades del alma, y de todas las
facultades mentales, mientras que el amor que se cimienta proporciona
el fundamento firme para la vida del cristiano.
Contra tal clase de
amor no hay argumentos. El amor surge de la experiencia personal con
Cristo, y se convierte en la raíz y el cimiento de la unidad entre
Dios y el hombre, y entre el hombre y su prójimo.
Este inmenso amor
fue demostrado al hombre en la cruz, El verdadero amor, brota en
forma de rayos que alcanza a la humanidad.
Y al mismo tiempo crea una atmósfera de vida eterna en Cristo Jesús.
Y al mismo tiempo crea una atmósfera de vida eterna en Cristo Jesús.
El amor es la base y
el fundamento de Dios, y Jesús quiere compartirlo con el hombre.
Pero es el hombre que debe de determinar si acepta dicho amor, ya que dicho amor es dado gratuitamente por Dios.
Pero es el hombre que debe de determinar si acepta dicho amor, ya que dicho amor es dado gratuitamente por Dios.
Tal amor encuentra su
recompensa si es aceptado por el hombre.
MARANATA.
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