Pablo sólo utiliza
la palabra diablo en su última epístola (cf. 1º Tim.3:6-7, 11;
2º Tim. 2:26; 3:3; Tito 2:3).
Más en Romanos 16:20, utiliza la frase
Satanás. Pablo nos aconseja que no demos oportunidad al diablo para
difamar, no solamente a los miembros del cuerpo de Cristo.
Sino
también a los hermanos. Sobre todo en las juntas de iglesia, es hay
donde Satanás más se mete, para enemistar a los hermanos.
Por eso se
advierte para no dar oportunidad al diablo para que lleve acabo sus
propósito. Esto me recuerda cuando tuve que labrar mi campo.
La
maleza crecía por todos los lados, esta se deslizaba por bajo de la
tierra. Así que me dije entre si, lo are la semana que viene y
segare y labrare el campo.
Pero pasaron dos meses y cuando fui a ver
el campo, me encontré con la desagradable sorpresa de que todo el
campo estaba llena de maleza.
Paso un labrador que venia de segar su
campo, y comentando sobre el estado de mi huerto me dijo: ¿Sólo hay
una manera de quitar esa mala hierba?
Cuando llueva hechas este
veneno y morirá la hierva, y agrego, sólo después de la lluvia. Y
así lo hice. Comprendí que para combatir a ese enemigo hay que usar
sus mismas armas.
De la naturaleza obtenemos verdaderas enseñanza
para nuestra vida espiritual. Pero también aprendemos casas
maravillosas que nos ayuda a comprender lo que Dios hace por
nosotros.
Y concerniente a la hierba mala, podemos aprender cómo
trabaja Satanás, y como usa a sus agentes empleando las mismas
armas, una y otra vez para apartar al pueblo de Dios.
Lo cierto es,
que él trata de entrar a hurtadillas en nuestro corazón,
solapadamente, sin que nos demos cuenta de su presencia.
Pero una vez
que ha conseguido entrar, ¡que terrible daño puede causarnos! Y si
no lo detenemos, su pestilente influencia se extenderá a cada hijo
de Dios que no este afirmado en la verdad.
Así el matara todo lo
bueno que hay en nosotros. Departe del pueblos de Dios se requiere
una constante oración, y una incesante vigilancia.
Muchos de los
amigos que tenía, ya no están el la iglesia, y lo peor es que han
dejado a Cristo de lado.
Vigilancia y oración, oración y vigilancia, son las armas del cristiano.
Vigilancia y oración, oración y vigilancia, son las armas del cristiano.
Con tal vigilancia y
devoción la victoria es segura.
Seamos pues incesantemente firmes, excluyamos de nuestra mente y corazón al mal, no dando “lugar al diablo”
Seamos pues incesantemente firmes, excluyamos de nuestra mente y corazón al mal, no dando “lugar al diablo”
MARANATA.
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