Cierto día le pregunte a mi
amada esposa: ¿que era amor? Me miro a los ojos y me dijo: El amor
es poesía, el amor eres tú, cuando estoy enferma me cuidas, cuando
tengo sed hay estas tú para apagar mi sed.
Cuando mis ojos no veían,
hay estabas tú para llevarme; el amor es la sinceridad que tú me das,
y el amor por excelencia es el que nos da Jesús a través de
nuestras vidas.
Podrá nublase el sol eternamente; Podrá secarse en
un instante el mar; Podrá romperse el eje de la tierra como un débil
cristal. ¡todo sucederá!
Podrá la muerte cubrirme con su fúnebre
crespón; Pero jamás en mí podrá apagarse la llama del amor.
(g.a.b) A mi esposa le gusta mucho la poesía, en cambio a mi me
gusta la historia.
Porque digo esto, porque el apóstol Pablo habla
sobre el amor. Que rea su tema favorito, y el amor de Dios hacia la
raza humana, un amor que nunca morirá.
El amor es la virtud que debe
dar cohesión a todas las demás virtudes. No importa cuánto haga
alarde de su fe el cristiano nominal,
si su alma no está llena del
amor a Dios y a su prójimo, no es un verdadero amor, ni es discípulo
de Cristo. El amor mantiene juntas con perfecta unidad las virtudes
del cristiano y también a los diversos miembros del cuerpo místico
de Cristo.
El concepto cristiano del amor no encuadra con el antiguo
modelo humano. No es el “amor que desea” del eros griego, aún
considerado el deseo en su aspecto más noble.
La caridad cristiana
se ejemplifica mejor con el abnegado amor del ágape del N.T. Es el
amor que Dios nos manifestó al dar a su Hijo unigénito: un amor que
se demostró en la cruz.
Tal amor se extiende de acuerdo con las
necesidad, no con méritos propios, sin limitaciones ni reservas. “El
amor nació de la cruz”
Aquí se describe la paz de Cristo a través
del evangelio, es el que disfruta el creyente, es una parte esencial
del propósito de Dios mediante el Evangelio.
El amor se demuestra
caminando con Cristo. La pregunta para la iglesia es: ¿Qué
significa este amor para la iglesia y para el cristiano?
El amor
cristiano es una forma de vivir. Como tal es la verdadera base de
nuestra ética y debe determinar nuestro comportamiento. La
preocupación por la salvación.
Revistámonos de amor, “que es el
vínculo de la perfección”. Habiéndonos entregado a Dios dentro
de los limites que Dios a establecido, lograremos con el poder del
Espíritu Santo alcanzar ese amor que Dios quiere que tengamos, para
manifestarlo al mundo a través de Cristo.
MARANATA.
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