Más el respondió y dijo: si es
pecador, no lo sé; una cosa sé, que habiendo yo sido ciego, ahora
veo. Juan 9:25
Las acusaciones contra Jesús por
parte de los fariseos y sacerdotes eran continuas.
Y esta vez tenían un motivo nuevo para acusarle.
Y esta vez tenían un motivo nuevo para acusarle.
Los judíos procuraron conseguir la
declaración de que no había sido Jesús, sino Dios quien le había
curado al hombre. El que fue sanado era un joven ciego de nacimiento.
Los padres bien por temor o por prudencia no estaba seguros como los
judíos. Pero sus vecinos le hicieron tres preguntas al joven.
1º
“¿No es este el que se sentaba y mendigaba?” 2º “¿Como te
fueron abiertos los ojos?” y 3º “
¿Dónde está él?” Estas tres preguntas representa bien lo que ocurre a un cristiano cuando se convierte.
¿Dónde está él?” Estas tres preguntas representa bien lo que ocurre a un cristiano cuando se convierte.
Otra prueba de su evidencia de este joven ciego, era su
seguridad de que había sido sanado.
Rehusó apelar a sutilezas en cuanto a Jesús, el era un pecador. Y basó su testimonio en una evidencia indiscutible.
Rehusó apelar a sutilezas en cuanto a Jesús, el era un pecador. Y basó su testimonio en una evidencia indiscutible.
El era ciego y ahora veía. Las personas se
asombraban ante ese cambio; y deseaban saber quien produjo ese cambio
en el joven, y finalmente querían conocer a Aquel que izo el
milagro.
Los fariseos presentaron objeciones porque el milagro se
había hecho en sábado. Daban por sentado que nadie que fuera “de
Dios” sanaría a un hombre en día de sábado.
Finalmente
llamaron al joven: “Da gloria a Dios; nosotros sabemos que ese
hombre es pecador” Tan sumidos estaba en la ignorancia que no
supieron distinguir la verdad del error.
El joven dio la respuesta
sincera que mana de un corazón herido por el pecado. “Habiendo yo
sido ciego, ahora veo”, Esto entraña una lección para los
cristianos Laodicenses.
Pocos son los que dan testimonio de la verdad
presente, a la hora de la verdad. Muchos se llaman cristianos, sólo
de nombre pero no de hecho. Por otro lado este texto encierra una
lección.
Cuando una persona experimenta el poder sanador,
restaurador de Jesús, ningún argumento podrá convencerlo de que
está errado.
El sabe su vida pasada, sabe de sus caídas y sabe
la degradación de su vida. Todo eso debe de contar a la hora de
determinar su testimonio ante los del mundo.
Y lo más importante sabe cómo ha sido salvado, y que precio pago Jesús por el.
Y lo más importante sabe cómo ha sido salvado, y que precio pago Jesús por el.
Los
cristianos más convincentes son los que hablan de su experiencia
personal.
Cuando el cristiano presenta experiencias en vez de simples opiniones, la gente estará más dispuesta a aceptar las enseñanzas de Cristo.
Cuando el cristiano presenta experiencias en vez de simples opiniones, la gente estará más dispuesta a aceptar las enseñanzas de Cristo.
El destino de las almas, depende de nuestro testimonio y
de nuestra lealtad a Dios.
MARANATA.
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