Sabiendo
Jesús que el Padre le había dado todas las cosas en su mano, y que
había venido de Dios y a Dios iba. Se levantó de la cena, y se y se
quito su túnica, y tomando una toalla, se ciñó.
Luego puso agua en un lebrillo, y comenzó a lavar los pies de los discípulos, y a enjugarlos con la toalla con que estaba ceñido. Juan 13:3-5.
Luego puso agua en un lebrillo, y comenzó a lavar los pies de los discípulos, y a enjugarlos con la toalla con que estaba ceñido. Juan 13:3-5.
Unos
de los actos más humildes de Cristo, fue, pues, una demostración
suprema de su humildad. Jesús lava los
polvorientos
pies de sus discípulos, fue un acto de humildad y de amor a los que
el amaba.
Toda la vida de Cristo había sido una vida de servicio
abnegado. La lección de cada uno de sus actos enseñaba que había
venido “no. . .para ser servido, sino para servir.”(Mat. 20:28).
Pero los discípulos no habían aprendido todavía la lección. Esto
nos pasa a nosotros como cristianos, no aprendemos la lección que
Cristo nos da en nuestra vida.
La cena de Pascua había sido momentos
de especial interés. Estos primeros discípulos habían notable
diversidad.
Habían de ser los maestros del mundo, y representaban muy variados tipos de caracteres.
Habían de ser los maestros del mundo, y representaban muy variados tipos de caracteres.
Hoy el pueblo de Dios también hay
variados tipos de caracteres, pro todos formamos la iglesia de Dios.
Cristo nos lava cada día la iniquidad de nuestros pecados, y nos
pone un manto de justicia.
Este amor es constante, si nosotros lo
aceptamos y cambiamos nuestros carácter por su gracia. En la
historia de la raza humana jamás ha habido una escena más
cautivadora que aquélla escena donde Jesús lavo los pies de sus
discípulos.
Este sábado que viene, se celebrara la santa cena, con
el rito de lavar los pies a el hermano que hemos ofendido si lo
hubiese.
Este acto revela la gran verdad de que la salvación
implica más que la actitud del hombre hacia Dios; incluye también
el sometimiento a Dios y su humillación a fin de servir al hombre.
Si Cristo se humillo de esa manera, ¿que deberíamos hacer nosotros
con aquel que hemos ofendido? Pronto entraremos en un año nuevo, no
sabemos que nos pasara el año que va ha entrar.
Cristo tiene una gran preocupación en nuestro siglo entrante, la preocupación por la
unidad de la iglesia. Con el mismo afán que trato de unirlos a si
mismo. Así esta tratando a su pueblo por la unidad en Cristo.
Esa es
la mayor preocupación de su trabajo en los cielos, dirigida a su
Padre: “Para que todos sea una cosa; como tú, oh
Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean en nosotros una cosa; “y que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los has amado, como también a mí me has amado” (Jun.17:21,23).
Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean en nosotros una cosa; “y que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los has amado, como también a mí me has amado” (Jun.17:21,23).
Con arte sublime y lleno de
amor, el Maestro deja en nuestra mente humana el cuadro de sí mismo,
arrodillándose y tomando la toalla en sus manos nos dice con tierno
amor, “ven hijo que te lavo los pies, y te lo secare con mi manto
de justicia.”
MARANATA.
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