viernes, 24 de enero de 2020

EL RITO DE LA HUMILDAD.


Sabiendo Jesús que el Padre le había dado todas las cosas en su mano, y que había venido de Dios y a Dios iba. Se levantó de la cena, y se y se quito su túnica, y tomando una toalla, se ciñó. 
Luego puso agua en un lebrillo, y comenzó a lavar los pies de los discípulos, y a enjugarlos con la toalla con que estaba ceñido. Juan 13:3-5.
Unos de los actos más humildes de Cristo, fue, pues, una demostración suprema de su humildad. Jesús lava los
polvorientos pies de sus discípulos, fue un acto de humildad y de amor a los que el amaba. 

Toda la vida de Cristo había sido una vida de servicio abnegado. La lección de cada uno de sus actos enseñaba que había venido “no. . .para ser servido, sino para servir.”(Mat. 20:28). 

Pero los discípulos no habían aprendido todavía la lección. Esto nos pasa a nosotros como cristianos, no aprendemos la lección que Cristo nos da en nuestra vida. 

La cena de Pascua había sido momentos de especial interés. Estos primeros discípulos habían notable diversidad. 

Habían de ser los maestros del mundo, y representaban muy variados tipos de caracteres. 

Hoy el pueblo de Dios también hay variados tipos de caracteres, pro todos formamos la iglesia de Dios. Cristo nos lava cada día la iniquidad de nuestros pecados, y nos pone un manto de justicia. 

Este amor es constante, si nosotros lo aceptamos y cambiamos nuestros carácter por su gracia. En la historia de la raza humana jamás ha habido una escena más cautivadora que aquélla escena donde Jesús lavo los pies de sus discípulos. 

 Este sábado que viene, se celebrara la santa cena, con el rito de lavar los pies a el hermano que hemos ofendido si lo hubiese. 

Este acto revela la gran verdad de que la salvación implica más que la actitud del hombre hacia Dios; incluye también el sometimiento a Dios y su humillación a fin de servir al hombre. 

Si Cristo se humillo de esa manera, ¿que deberíamos hacer nosotros con aquel que hemos ofendido? Pronto entraremos en un año nuevo, no sabemos que nos pasara el año que va ha entrar. 

Cristo tiene una gran preocupación en nuestro siglo entrante, la preocupación por la unidad de la iglesia. Con el mismo afán que trato de unirlos a si mismo. Así esta tratando a su pueblo por la unidad en Cristo. 

Esa es la mayor preocupación de su trabajo en los cielos, dirigida a su Padre: “Para que todos sea una cosa; como tú, oh 
Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean en nosotros una cosa; “y que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los has amado, como también a mí me has amado” (Jun.17:21,23). 

Con arte sublime y lleno de amor, el Maestro deja en nuestra mente humana el cuadro de sí mismo, arrodillándose y tomando la toalla en sus manos nos dice con tierno amor, “ven hijo que te lavo los pies, y te lo secare con mi manto de justicia.”
MARANATA.
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