martes, 28 de septiembre de 2021

NO TEDEJES INTIMIDAR.

Y les dirás: Oye, Israel, vosotros os juntáis hoy en batalla contra vuestro enemigo; no desmayes vuestro corazón, no temáis, no os azoréis, ni tampoco os desalentéis delante de ellos. Porque Jehová vuestro Dios va con vosotros, para pelear por vosotros contra vuestros enemigos, para salvaros (Deuteronomio 20:3-4. Foto de Pinterest

Toda guerra va precedida de una fase psicológica en la que los contendientes tratan de intimidar mutuamente. 

Todo general sabe que es preferible ganar la guerra sin pelear a sacrificar muchos de sus soldados. 

Es tal el costo de muchas victorias que apenas quedan ánimo para disfrutar de la misma. En la batalla que los israelitas estaban por pelear, parecía que el enemigo ya cantaba la victoria psicológica. 

Hizo falta un discurso para recordarles que no todo estaba perdido, que Dios estaba de su lado y que, por lo tanto, no tenían por que temer al enemigo. 

En la historia de Gedeón encontramos que él estaba desanimado para emprender tan gran empresa. Vez tras vez supeditó su decisión a prueba de una contestación de Dios. 

Si el propio Gedeón, que había escuchado la voz de Dios y había visto las pruebas de fe contestadas positivamente, seguía teniendo dudas. 

Igual nos pasa a nosotros, hemos tenido tantas evidencias de Dios que aún dudamos de él. Dios conocía los corazones de los hijos de Israel, que ya habían perdido la guerra psicológica y esto podría desanimar a los hijos de Dios. 

Es por lo tanto, que entró el proceso de la depuración del ejército de Gedeón. ¿No os recuerda esto algo? No quería de ninguna manera que Gedeón y sus ejército llegase a pensar que la victoria era gracia a su fuerza. 

Así sucederá en el tiempo del fin, muchos serán apartados del pueblo de Dios, por no creer en su fortaleza. 

Dios usó psicología para ayudar a entender que solamente confiando en él se lograra la victoria. 

Los ejércitos trataran de intimidar al oponente con un gran número de hombres con el despliegue de armamento más sofisticado y con la ventaja de la sorpresa. 

La actuación de Dios fue exactamente la opuesta a ese despliegue de fuerzas. Se valió de pocos hombres. Nunca antes se había ganado una guerra con toques de trompetas y lámparas. 

En la gran contienda final, justamente antes de la segunda venida de Cristo, un contingente de hombres y mujeres pequeño, obtendrá la victoria sobre sus enemigos. 

Y el Espíritu de Jehová se presentará para hacer la guerra a sus enemigos. Dios se valdrá de un pueblo pequeño pero fiel a sus principios. 

Tenemos la seguridad de que él está de nuestro lado, que no hay por qué temer. 

No hay por que preocuparse, a hacerle frente al enemigo como él espera, porque de Jehová es la victoria, y él ya ganó la batalla. Confiemos en nuestro Dios y él librará a su pueblo.

MARANATA. 

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