martes, 7 de septiembre de 2021

MIRANDO AL INFINITO.

Conforme a la fe murieron todos éstos sin haber recibido las promesas, sino mirándolas de lejos, y creyéndolas, y saludándolas, y confesando que eran extranjeros y  peregrinos sobre la tierra. Hebreos 11:13.

Todos estos hombres y mujeres, por la fe vieron las promesas a la distancia; estaban persuadidos de la realidad de la herencia prometida. 

Su fe en esa promesa los hizo renunciar al presente y sus bienes terrenales, y vivieron exclusivamente para el futuro. 

Todos estos hombre y mujeres no entraron en la Canaán terrenal prometida ni tampoco en la celestial, todos ellos desde Adán hasta Abraham (ver. 8-12). 

Sin dudas muchos otros durante ese largo periodo de tiempo fueron aprobados por Dios; Jacob José no vieron la Canaán terrenal ni la celestial. 

Pero por fe vislumbraron la celestial. Pero todos ellos fueron escogidos como ejemplo resplandecientes del principio de que la fe es el factor decisivo para nosotros en nuestro siglo. 

Desde el siglo VII AL XVIII, muchos de nuestros hermanos en Cristo, contemplaron la Canaán celestial por la fe. Pero no entraron en ella. 

Cuando Cristo venga por segunda vez, resucitarán para contemplar la Canaán celestial. Todos ellos creyeron en la promesa dada por Dios. 

Es obvio que todos creían en la realidad sustancial de la herencia prometida, de lo contrario no hubieran “saludado” a esa promesa. 

Muchos de los cristianos que he conocido a lo largo de mi vida, descansaron con la bendita esperanza puesta en esa Canaán celestial, otros seguramente no la alcanzaran. 

O no lo alcanzaremos. Somos peregrinos en esta tierra. Sabemos lo que Daniel y Juan dice. Tenemos una visión más clara de lo que va acontecer en un futuro no muy lejano. 

Y a pesar de toda esa información, nos tira más el mundo que la Canaán celestial. ¿De que madera estamos hechos? De roble, o de pino. 

Los Estadounidenses, saben lo que se siente ser un peregrino, saben lo que es una tierra prometida, saben lo que es ser perseguidos por su fe. 

Se puede estar en el mundo, pero no abrazar las cosas del mundo.  Foto de Unsplash

Por fe debemos mirar a la canaán celestial. Por la fe ellos contemplaron la canaán celestial, por la fe nosotros contemplamos la canaán celestial.                                        

La pregunta que hago es: ¿Cuántos de nosotros tenemos la fe que tuvieron nuestros padres? 

¿Cuántos de nosotros dejaremos el mundo y las cosas de este mundo para fijar nuestra vista a las cosas eternas? 

Muchos serán llamados, pero pocos los escogidos. Sólo deseo con todo mi corazón que muchos sean llamados y muchos los escogidos. Amen.

MARANATA.

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