miércoles, 26 de julio de 2017

EL HOMBRE DE DIOS ES SU CARÁCTER


Yo haré pasar todo mi bien delante de tu rostro, y proclamaré el nombre de Jehová delante de ti. Exo. 33:19
Una gran multitud de esclavos hebreos que Dios les concedió la libertad. Atravesaron el desierto de sin. 
Su principal actividad era la critica quejarse y pelear entre ellos. Dios obro maravillosamente en su favor, fueron librados de la esclavitud, pero seguían siendo esclavos de sus propias pasiones. 

Tenían un falso concepto del carácter de Dios y de sus intenciones con respecto a ellos. Moisés, su líder, estaba profundamente preocupado por la falta de confianza de la nación en su Dios y libertador. 

Aquí vemos una sombra del Israel espiritual. Esta pueblo fue escogido por Dios para ser su portavoz a los pueblos cercanos circundantes. 

Moisés sabía que ellos comprenderían sólo aquello que él pudiera explicarles claramente, ya que su mente estaban embrutecidas por la idolatría. 

Por lo tanto ansiaba conocer a Dios. Un día pidió a Dios que le mostrase su gloria. 

Hoy sería una temeridad, pero Dios sabía sus intenciones. Moisés no estaba buscando sencillamente un despliegue de luz y poder. 

La gloria de Dios era su presencia -como lo era la columna de fuego. Dios comprendió que Moisés quería estar cerca de El para conocerlo mejor, tanto para sí mismo como para el beneficio del pueblo que trataba de conducir a la Tierra deseada. 

Moisés rogó a Dios “que le mostrara su camino, para que te conozcan, y hallen gracia en tus ojos; y miren que esta gente es pueblo tuyo” (Exo.33:13). Dios respondió al pedido, y en el monte le mostró su gloria -proclamo su nombre. 

Proclamó su certeza de que Dios es misericordioso, piadoso, paciente, grande en misericordia y verdad, fiel, perdonador y justo (Exo. 34:6,7). 

Siglos más tarde, Dios “paso por delante” de la humanidad otra vez en la persona de su Hijo Jesucristo. En esa maravillosa vida “vimos su gloria. . . lleno de gracia y de verdad” (Juan 1:14). Cristo dio la orden de predicar a toda naciones y tribus la misericordia de Dios, y de su salvación. 

Pero muchos fueron rebeldes, como los hay hoy día, no escucharon la voz de Dios y se quedaron en el desierto. ¿Cuantos nos quedaremos en el desierto de las naciones? 

La promesa que Dios proclamo en el Sinaí, es la misma que proclamo Cristo en la cruz. 

Entremos en una estrecha relación con Dios, y todos justos veremos la Canaan celestial. Dios nos invita a serle fiel en todo y a extender su llamado al mundo.
[Os pido que oréis por mi. 
Tegon una alergia que me ataca todo el cuerpo y los ojos, y no tengo ganas de hacer nada. Os ruego humildemente que oréis por mi, para que siga haciendo esta obra. Que Dios os bendiga].
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