lunes, 8 de febrero de 2016

LA SENDA REAL.


¿A quién tengo yo en los cielos sino a ti? Y fuera de ti nada deseo en la tierra. Sal. 73: 25.
El alma que mantienen encendido el amor de Cristo está llena de libertad,de luz y gozo en Cristo. 

En un alma tal no hay pensamientos divididos. 

El hombre entero desea ardientemente a Dios. No acude a los hombre en busca de consejos, para conocer su deber, sino al Señor Jesús, la fuente de toda sabiduría. Investiga la palabra de Dios para encontrar de ella cuanta norma haya sido establecida. ¿Podemos encontrar un guía más seguro que el Señor Jesús? 

La verdadera religión está comprendida en la palabra de Dios y consiste en estar bajo la dirección de su Santo Espíritu en pensamientos, palabras y hechos. El es el camino la verdad y la vida toma a la persona humilde, ferviente y devota que lo busca y dice: Sígueme. 
 
La guía por el camino angosto a la santidad y al cielo. Cristo ha abierto este camino para nosotros con un gran costo para sí mismo. 

Pero al andar por el camino, tenemos que quitarnos todo aquello que nos impide caminar por el. 
El camino cada vez es más estrecho, y tenemos que aligerar la carga, si queremos entrar por las puertas de la gran ciudad. No se nos ha dejado que tropecemos en las tinieblas mientras vamos por el camino. 
Jesús está a nuestra diestra proclamando: Yo soy el camino. Y todos los que decidan seguí plenamente al Señor serán guiados por la senda real, es más, el sendero divino ha sido trazado para que los redimidos del Señor vayan por él Manuscrito 130, 1897).

Cuanto más aprendamos de Cristo por su palabra, tanto más sentimos nuestra necesidad de él en nuestra experiencia. No deberíamos descansar hasta que podamos descansar al llevar el yugo de Cristo y sus cargas. 

Cuanto más fieles seamos en su servicio, tanto más lo amaremos, tanto más lo ensalzaremos. 

Todo deber, grande o pequeño, que realicemos, será hecho con fidelidad, y al seguir conociendo a nuestro Señor, tanto mayor será nuestro deseo de glorificarlo (Ibid . 13,1897). 
¿Podemos decir al contemplar a nuestro Redentor: “¿A quién tengo yo en los cielos sino a ti? ¿Y fuera de ti nada deseo en la tierra”? Ibid.

Maranata 
Luis José de Madariaga.
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La Biblia a través del tiempo.
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Ruego a los internautas cristianos que oren por mi amada esposa, esta enferma. Gracias a todos.

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