sábado, 26 de abril de 2014

LA VIDA DE UN HOMBRE.


Y les dijo: Mirad, y guardaros de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee. (Luc. 12:15). 
 La vida de un hombre no se valora por lo que tiene, sino por lo que es. 

Durante la vida del Sir Francisco Drake, uno de sus hombres se quedo en tierra y allí perdió su espíritu combativo y prosperó.  Por eso se compareció de uno de sus vecinos que se dio a la mar con Drake pero en su viajes el hombre no había prosperado en vienes materiales.

-Este hombre que se quedo en tierra ya aburguesado por una sociedad
un poco irónica, dirigiéndose a su vecino le dijo: No has aprovechado muchos estos años, las cosas no te han ido bien.

-No, contesto el hombre, lo cierto es que no he provechado bien mi tiempo. He pasado mucho frio, hambre, he estado en naufragios , he sufrido tremendas angustias, pero he estado con el más grande capitán que haya cruzado los mares.

 La avaricia puede definirse como un deseo desmedido por las cosas materiales, especialmente de las que pertenece a otro.  Lo que más necesita el hombre no es un sueldo mejor o mayores ganancias. Necesita un cambio de corazón y de pensamiento que lo conduzca a buscar "primeramente el reino de Dios y su justicia".  

Dios pide a todos los que quieren amarle y servirle que consideren las cosas materiales de la vida en su verdadera perspectiva, y que las subordinen a las cosas de valor eterno (Mt. 6.24-34; Jun. 6:27).

Es raro que un cristiano pueda computar su fortuna en términos de bienes materiales, aunque ocasionalmente algún rico ponga la perla de gran precio por encima de todo lo demás.   La riqueza y la espiritualidad no se excluyen mutuamente. 

 Así lo declara la palabra de Dios, en los caso de José de Arimatea y de Nicodemo. Que con su aportaciones mantuvieron la iglesia en el primer siglo.  Sin embargo es bien sabido que la mayoría de los seguidores del Maestro están entre los más pobres. 

La palabra de Dios dice: “Gran multitud del pueblo le oía de buena gana”. Con frecuencia el cristiano es mofado debido a su aparente falta de bienes materiales.

Hay quienes concluyen que la vida cristiana no es digna de vivirse en esta vida de los requisitos de las Escrituras que restringen el comportamiento, pero sabemos cuales son las verdaderas riquezas y pasamos la vida con el más grande Capitán que haya cruzado el mar de la existencia.

El cuidado del Señor se extiende a todas sus criaturas. El ama a todos y no hace acepción de personas, si bien mira con la más tierna compasión a los que llevan las cargas más pesadas de la vida. Los hijos de Dios han de soportar pruebas y dificultades.
 
 Pero deben aceptar su suerte con espíritu animoso, teniendo presente que por todo aquello que el mudo les niega, Dios los resarcirá colmándolos de sus más preciosos favores” ( LC. 120). 
Maranata.

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