martes, 8 de abril de 2014

¿ES LA TUYA UNA EXPERIENCIA DE SEGUNDA MANO?

Yo sé en quién he creído, y estoy seguro que es poderoso para guardar mi depósito para aquel día. 2º Tim. 1:12.

El conocer a Cristo debe ser una experiencia personal.  El Apóstol Pablo declara: "Yo se a quién he creído".  Algunos samaritanos, profundamente impresionados por el testimonio de la mujer Samaritana la que estaba en el pozo de Jacob, "creyeron en él por la palabra de la mujer", pero "creyeron muchos más por la palabra de él. . . Ya no creemos solamente por tu dicho, porque nosotros mismos hemos oído, y sabemos que verdaderamente éste es el Salvador del mundo, el Cristo. (Juan 4:39-42).

No basta una experiencia de segunda mano con respecto a Jesús.  Lo que el Maestro ha hecho por algún otro puede animarnos, pero nunca puede salvarme.  Yo debo conocerlo personalmente por mi mismo.
Yo debo conocer el gozo de recibir el perdón de los pecados confesados.  Mis oraciones debe llegar al trono de la gracia.  El debe hacer algo por mí y por ti.

Os lo digo con la convicción de experimentar esa sensación de perdón y de contestar mi oración, es algo que nadie puede experimentar por segunda mano. A lo largo de mi vida, y en diferentes lugares, desde el más profundo desierto, a la mas salvaje selva de la amazona.  Solo se vive una vez, pero las experiencias con Cristo, la podemos tener constantemente, solo hace falta ir a nuestro Padre con humildad sabiendo que él nos contestara con su tierno amor.

Cristo purificó a incontables leprosos durante su ministerio terrenal, pero a menos que nosotros no volvamos a él personalmente para solicitar su auxilio ahora, podemos perecer por causa de la lepra del pecado en este siglo XXI.  Creo solemnemente y esto me lo aplico yo personalmente, que debemos buscar su poder purificador personalmente antes de que sea demasiado tarde.

El Maestro libró a hombres y mujeres por el demonio hace dos mil años, curo de la lepra, la ceguera física y espiritual, resucito a los muertos; yo me pregunto: ¿No puede curarte a ti, hombre o mujer? ¡Claro que si! solo hay una condición, rendirnos a sus pies y pedir perdón, como un niño se lo pide a su Padre.

Nosotros necesitamos libertad de los malos hábitos cultivados y adquiridos hoy día.  Su poder libertador no ha disminuido un ápice a través de los siglos, pero nosotros debemos conocerlo para experimentar este gran poder en nuestra vida.

Lo que Jesús hizo hace dos m¡l años es de gran importancia.  No la disminuyamos en absoluto.  Pero lo que le permitamos hacer por nosotros en la actualidad es de aún mayor importancia para nuestra vida eterna.

Lo que va a determinar nuestro destino eterno no es lo que él hizo por María Magdalena, o por la viuda de Naín (Luc.7:11-15), ni por Lazaro (Jun.11:38-44) o por el endemoniado gadarero (Marc.5:20 ), o por el ladrón en la cruz (Luc.23:43), sino lo que le permitamos hacer por nosotros personalmente ahora. 

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