domingo, 16 de febrero de 2014

LA INSENSATEZ CONFUNDE A LOS GRANDES.

Antes lo necio del mundo eligió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo flacos del mundo eligió Dios, para avergonzar a los fuertes. (1º Cor. 1:27).
 
La mente que está llena con el conocimiento de este mundo, con frecuencia se confunde con las claras y sencillas declaraciones de la verdad evangélica presentadas por uno que ha recibido la enseñanza del Espíritu de Dios, pero que quizá no ha aprendido mucho en el colegio o en la Universidad de este mundo.

Esto me recuerda a unas palabras del presidente Abrahá Lincoln cuando dijo en cierta ocasión: "Dios tiene que haber amado a la gente común, porque hizo tanto de ella".  O tal vez también quería que el mundo viera las transformaciones que su gracia opera entre los que no resultaron tan bendecidos con las cosas buenas de la vida.

El apóstol Pablo escribe: "Hermanos, debe darse cuenta de que Dios los ha llamado, aunque pocos de ustedes son sabios según el mundo, y pocos son gente con autoridad o de familias importantes. (Familias de nivel medio alto).
Al contrario, Dios ha escogido a los que el mundo tiene por  débiles, para avergonzar a los fuertes.  

Lo cierto es que Dios a través de la historia  ha escogido a los hombre y mujeres que para el mundo los tenia como débiles, para avergonzar a los fuertes. A través de la historia Dios ha escogido a los que el mundo no le da importancia y son despreciados, es decir, a los que no son nada, para poner fin a los que son algo, de modo que nadie pueda sentirse orgulloso de lante de Dios.

"Cuando los detractores paganos de la primitiva iglesia cristiana afirmaban burlonamente que sus miembros eran los desechados de la sociedad: como esclavos, pleveyos, artesanos, ladrones, y gente de mal proceder, la iglesia respondió con altura que precisamente en esto residía su poder.

Podía tomar a los miembros más pleveyos de la sociedad y, por el poder de la cruz, convertirlo en personas nobles y sabias. Los ladrones y los recolectores de impuestos se transformaron en gente honrada, las prostitutas dejaban detrás su sórdia existencia: los esclavos adquirieron nuevas dignidad como miembros de la familia de la fe.

Aunque atraía en forma particular a los humildes, que encontraban en el Evangelio una nueva y digna  identidad, también atraía a los intelectuales y a los bien nacidos, que dieron al cristianismo primitivo la dignidad y el prestigio de su apoyo". (patricios. jente noble).

Así ha sucedido a través de los siglos. Es más fácil para el que tiene poco dejarlo todo y seguir a Cristo, que para el hombre rico, (siempre hay excepciones) despojarse de sus riquezas, tomar la cruz y seguir al Señor, por lo general ha sido la "gran multitud del pueblo [lo que] le oía de buena gana".  

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