jueves, 27 de febrero de 2014

¡EXCUSAS! Y MÁS ¡EXCUSAS! Y MÁS ¡EXCUSAS!

Y todos a una comenzaron a excusarse.  El primero le dijo: He comprado  una hacienda, y necesito salir y verla; te ruego que me dispenses. . .(Luc. 14: 18-20).

Da la impresión de que los invitados se hubieran puesto de acuerdo para despreciar a su amable anfitrión. La parábola de hoy se refiere a excusas, a las banales excusas presentadas por los huéspedes que no quisieron aceptar la gentil invitación a una gran cena.
El primero tenia que ver un terreno que había comprado. ¡Como si no lo
habría hecho antes! ¿No tenia tiempo para verlo después? 

El segundo tenia que probar cinco yuntas de bueyes que acababa de adquirir. ¡Me e comprado un coche y tengo que probarlo! Con toda seguridad nadie compraría bueyes sin antes probarlos, seria asurdo.
El tercer invitado fue aun más descortés: "Acabo de casarme -explico fríamente-. Por tanto, no puedo ir".  Ni siquiera se molestó en pedir disculpas. 

¿Que necio hoy pondría tales disculpas a una invitación de un rey Europeo?  Si tal persona existiese, se consideraría un verdadero necio y arrogante, falto de ética moral. 
¿Se han detenido ustedes a analizar algunas de las "excusas que presenta la gente para apartarse de la iglesia? 

En el boletín de una iglesia reprodujo este párrafo del Pulpi Digest: "De un periódico de Portland, Orégano era las declaraciones de un 'hincha' deportivo durante toda su vida: Fútbol en el otoño, básquetbol y hockey en el invierno, y béisbol en la primavera y el verano.

Finalmente anunció públicamente lo siguiente: 'Dejo de ir a ver estos deportes de una vez por todas.  No voy a ir más a ningún de estos lugares, y les voy a decir el por que: "Primero, cada vez que fui me pidieron dinero; "Segundo, la gente con quien me tenía que sentar no daba la impresión de ser muy amigable; "Tercero, los asientos eran muy duros e incómodos; 
"Cuarto, voy a muchos partidos, pero ningún capitán de equipo me vino a ver jamás; "Quinto, el árbitro tomó una decisión con la cual yo no estaba de acuerdo; "Sexto, sospecho que entre mis vecinos en las graderías había hipócritas; venían solamente para ver a sus amigos y para observar qué usaban los demás en lugar de concentrase en el juego; "Séptimo, algunos partidos se jugaron con tiempo suplementario y llegué tarde a casa".(foto. Tu eliges por donde entrar)

Si todas esta razones hipócritas las pudiésemos trasladar a un cristiano que abandona su iglesia: ¿que diríamos? ¡Es tan fácil en contra razones para no seguir a Cristo! Nos llenan más las cosas de este mundo, que dejamos a Cristo por treinta monedas de plata. 


  


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